Aunque la traducción literal sería “costa cercana”, lo que quiso decir -como dijera el clásico- es, en pocas palabras, atraer la industria que está(ba) en lugares lejanos a lugares más cercanos a los centros de producción que a su vez se localicen cercanos a los centros de consumo. Léase: trae la producción que se lleva a cabo en China a Latinoamérica, claro, pero desde luego a México dada la cercanía con uno de los -o el- mercado(s) de mayor poder adquisitivo en estos tiempos.
De acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), “la ganancia potencial para América Latina y el Caribe de las oportunidades de nearshoring en el corto y mediano plazo podrían representar un aumento de hasta 78 mil millones de dólares en nuevas exportaciones de bienes y servicios… en la industria automotriz, textil, farmacéutica y energías renovables, entre otras. México y Brasil tendrían las mayores oportunidades… La cifra de 78 mil millones de dólares se compone de 64 mil millones de dólares en bienes y 14 mil millones de dólares en servicios.”
De acuerdo con la tabla que presenta ese estudio, es medio engañosa la información. Analizando las oportunidades que se presentan en relación con exportaciones al mercado de los Estados Unidos, valoradas en 43 mil 754 millones de dólares, México se lleva casi el 68% (US$ 29,679 millones). Si lo vemos en relación con incremento en exportaciones a Latinoamérica, valoradas en 13 mil 313 millones de dólares, Brasil se lleva el 24% y México, en segundo lugar, con el 20% (US$ 2,628 millones). En cuanto a las oportunidades de mediano plazo, valoradas en 7 mil 024 millones de dólares, México se llevaría el 42% (US$ 2,970 millones). Del gran total, México abarca un 55% (US$ 35,279 millones) adicionales en exportaciones. Muchos mexicanos viven -vivimos- de las exportaciones.
No todo es color de rosa. El Wall Street Journal publicó, desde abril, un artículo titulado: “Las Empresas estadounidenses enfrentan obstáculos para mover la producción más cerca de casa” (en traducción libre). En ese artículo se comenta que “… a los importadores estadounidenses que están estudiando cambiar su abastecimiento de la región de Asia y el Pacífico a México y América Latina les resulta difícil encontrar proveedores con las materias primas, la calidad de producción y las redes de abasto adecuadas para obtener sus propios componentes de los que ya han establecido en centros de fabricación como China y el sudeste asiático. Reproducir esa capacidad y recrear los clusters de proveedores bajo una estrategia de nearshoring llevará años, dicen los expertos. “Innegablemente, China es el mercado más grande para todo tipo de tuercas y tornillos, desde sus componentes básicos hasta componentes sofisticados”, dijo Kamala Raman ... “No se puede recrear ese ecosistema en ningún otro país del mundo”.”
Puede ser, pero … Había una vez dos vendedores de zapatos que iban a África. El primero se baja del avión, observa a su alrededor y va lentamente al teléfono a marcarle a su jefe: “Me regreso. Aquí nadie usa zapatos”. El segundo vendedor se baja, hace lo mismo, pero corre al teléfono: “jefe, nos vamos a hacer millonarios. Aquí nadie usa zapatos”.
Un obstáculo mayor: la mentalidad de los gobernantes. Si nos andamos con las tonteras ideológicas por las que en una de esas salieran con que sustituyen al TMEC por el mercado latinoamericano (una fracción del mercado americano, pero ideológicamente afín), nos cargó el payaso.
¿Hacia dónde migran y de dónde vienen los migrantes? Huyen de la inseguridad y pobreza latinoamericanas y van para Los Estados Unidos. ¿Cuándo ha visto que algún ciudadano americano persiga el “sueño de los hermanos latinoamericanos”? Acaso por aventurero, para retirarse o de descanso.
El autor es profesor de Finanzas de EGADE Business School.
Publicado originalmente en El Financiero.