¿Cómo preservar la empresa mediana y pequeña ante el tsunami económico que ya se está presentando? Haciendo el símil con un enfermo ¿Cuáles serían los primeros síntomas de que hay algún problema? La respuesta corta es la liquidez que tiene -o no- la empresa.
Desafortunadamente, como a la gente todavía a 500 años de distancia le siguen vendiendo espejitos (promesas) a cambio del actual oro (su voto) y gustosamente los compra, hay que justificar lo evidente: la empresa es fuente de trabajo para la gran mayoría de los mexicanos y los que no trabajan en ella, también viven de ella, vía los impuestos directos e indirectos que se generan. Luego hay que seguirse justificando ante el dramoso drama de que no pagan lo que deben pagar. Esa es la otra, aparentemente, a más de los espejitos, les hacen falta los dramas de las telenovelas de antaño.
Dramas aparte, la liquidez tiene varias acepciones. Si lo vemos desde un punto de vista de las finanzas de una empresa, sería la capacidad de hacer frente a los pasivos de corto plazo, considerando el corto plazo como menos de un año. Es lo que se conoce como capital de trabajo.
Si lo vemos desde el punto de vista de cualquier activo, sería la capacidad de intercambiar el activo en efectivo sin que se sacrifique un precio de mercado que se considera razonable.
De acuerdo a las definiciones del CFA, en una traducción libre, la liquidez es “…La capacidad de comprar o vender un activo rápida y fácilmente a un precio cercano al valor justo de mercado.” O bien, “La capacidad de cumplir con obligaciones a corto plazo utilizando activos que se convierten más fácilmente en efectivo.”
De acuerdo a la última encuesta de Banxico: Evolución del Financiamiento a las Empresas, las empresas en México, en general, se financian con proveedores en un 80 por ciento, un promedio que se mantiene desde hace tiempo. El financiamiento bancario, representa alrededor de un 40 por ciento para las empresas de más de 10 empleados, pero menos de un 20 por ciento para empresas menores de 100 empleados.
Estamos ante un lock-down, como dicen los americanos: las empresas se deben entre sí. En 1994 si bien el “error de diciembre” se le atribuye al gobierno, el otro “error a diciembre” fue que muchas empresas pidieron prestado en dólares cuando cobraban en pesos.
El error del 2020, va a pasar como el haber financiado el capital de trabajo con proveedores y a su vez, otorgar plazos de crédito amplios. Considero que cuando salgamos de esta, si es que salimos -parafraseando a otro nefasto representante de los de ahora- deberíamos replantearnos las condiciones de pago entre empresas.
The Economist, pinta una foto muy preocupante hasta para las grandes empresas: la caída en las ventas se espera que llegue al 50 por ciento; La demanda mundial de petróleo ha caído hasta dos terceras partes; El volumen de automóviles y partes enviadas vía ferrocarril ha disminuido en un 70 por ciento. “Muchas empresas [grandes] solo tienen suficientes inventarios y efectivo para sobrevivir durante tres a seis meses. En Europa un millón de empresas accedieron a subsidios estatales para salarios”.
Ya van prácticamente 17 millones de americanos que solicitaron beneficios de desempleo. ¡Recordemos que son nuestro principal cliente!
No había oído de otro país que, en medio de una crisis y probablemente la mayor crisis económica de la historia de la humanidad, en vez de buscar el beneficio de la gente, se tenga conflicto entre el sector empresarial y el gobierno. No son tiempos de ideologías trasnochadas, dogmas ni resentimientos, no conducen a nada bueno.
Publicado originalmente en El Financiero.