La gobernanza global (y la democracia liberal) en riesgo

La debilitación de la gobernanza global puede generar una menor capacidad de gestionar crisis internacionales, así como riesgos de índole económica y geoestratégica

Mucho se habló durante la campaña presidencial de Estados Unidos sobre el impacto negativo que un segundo mandato de Donald Trump podría tener en la economía de América Latina. Más allá de los impactos que esto pueda tener en México, poco se habló en nuestro país de las repercusiones que este mandato del electo presidente Trump puede tener en la gobernanza global, en especial en un ya debilitado marco multilateral.

Un ejemplo de esta debilidad es la lucha contra el cambio climático, que, a pesar de convocar a la mayoría de países alrededor de las metas del Acuerdo de París, sigue un paso por detrás de la amenaza que supone.

La maltrecha gobernanza global puede estar aún más en entredicho con la mayoría legislativa lograda por Trump, asestando un nuevo golpe al sistema multilateral creado después de la Segunda Guerra Mundial y al propio liderazgo de Estados Unidos. Solo hay que buscar las evidencias en su primer mandato en el cual, sin tener mayoría parlamentaria, logró generar cambios relevantes en la política exterior estadounidense.

Durante su legislatura, de 2017 a 2021, Donald Trump mostró un claro desdén por las organizaciones multilaterales como la ONU y hacia la legitimidad de los acuerdos internacionales, abogando por políticas aislacionistas y nacionalistas. Socavó la cooperación en temas como el cambio climático y la seguridad nuclear al retirarse de pactos multilaterales clave como el Acuerdo de París y el acuerdo nuclear con Irán.

Además, tensó las relaciones con los aliados tradicionales de Estados Unidos, como los miembros de la OTAN y la Unión Europea, dejando espacio para que potencias como China y Rusia ampliaran su influencia.

Con respecto a América Latina, recordemos que la política exterior de Donald Trump relegó los temas de desarrollo, cooperación y derechos humanos en la región para centrarse en el control de la migración y la revisión a su favor de acuerdos comerciales como el TLCAN (que derivó en el T-MEC). Su visión aislacionista, además de incentivar el campo de acción de potencias como China y Rusia en la región, podría afectar a instituciones como la Organización de Estados Americanos (OEA) y otros organismos regionales que promueven la democracia y la resolución de conflictos.

La debilitación de la gobernanza global aumenta el riesgo de contar con una menor capacidad de gestionar crisis internacionales, así como riesgos críticos de índole económica y geoestratégica, incluyendo conflictos armados, pandemias y desastres medioambientales, entre otras amenazas.

Si bien la falta de acuerdo entre los estados puede lastrar los logros que se han alcanzado desde el multilateralismo, hay oportunidad de que otros actores tomen la iniciativa. La gobernanza global no es solo el campo de acción de los actores estatales, también pueden influir otros niveles de gobierno, las organizaciones de la sociedad civil y, por supuesto, el sector privado.

Ante un escenario como el descrito, las empresas pueden contribuir decididamente a fortalecer la gobernanza global, ya que cuentan con los recursos, la innovación y el conocimiento para poner en marcha prácticas sostenibles.

En primer lugar, profundizando en su compromiso con el desarrollo sostenible, así como con el cumplimiento de los derechos humanos y la adopción de prácticas de responsabilidad social corporativa. En segundo lugar, invirtiendo en proyectos de impacto social y sostenibilidad, el sector privado puede canalizar recursos para financiar proyectos alineados a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Y, en tercer lugar, promoviendo alianzas público-privadas que impulsen los temas de la Agenda 2030, desde la transición energética hasta la promoción de infraestructura resiliente, pasando por iniciativas de salud y educación. En caso de que la colaboración multilateral se vea nuevamente amenazada, los actores privados en América Latina deben tomar el protagonismo y redoblar esfuerzos en sus ámbitos de actuación para compensar una posible falta de voluntad política.

 

El autor es decano de EGADE Business School del Tecnológico de Monterrey.

Artículo publicado originalmente en Expansión.

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