Esta semana, el FED llevó a cabo un cambio importante relacionado con su política monetaria. Primero recordemos las principales actividades que llevan a cabo los bancos centrales. La primera es como Banco de Bancos. A pesar de que falta penetración bancaria, muchos de los mexicanos tenemos una cuenta de cheques en alguno de los bancos comerciales. Ahí se nos deposita la nomina o ingresos que pudiéramos tener y desde ahí se hacen los pagos, incluyendo impuestos. El no tener una cuenta de cheques, a menos que desafortunadamente se tenga un poder adquisitivo bajo, al menos levantaría las cejas de las autoridades monetarias, porque adicionalmente a la operación diaria de pagos y demás, se tiene manera de verificar los ingresos de una persona, y cuando la autoridad lo estime, congele cuentas. Si no se tiene cuenta de cheques o nomina y en cambio sí se tienen gastos, pues ¿quién compró?
La segunda actividad, no necesariamente en orden de importancia, es la supervisión bancaria. Buena parte de la regulación del sistema financiero mexicano -muy avanzado con respecto a otros países- se lleva a cabo entre tres entidades que, a mi juicio, han cumplido cabalmente con sus mandatos: la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores y precisamente el Banco de México. Básicamente todas las regulaciones bancarias son emitidas por alguna de ellas, pero siempre “escuchando la opinión” de las otras dos.
La tercer gran actividad -quizá la principal- es establecer la política monetaria. En México, de acuerdo al Art. 28 Constitucional, se plasma como “preservar el poder adquisitivo de la moneda.” El rango de inflación en el que Banxico está conforme, es de 3% +/- 1%.
El FED lleva a cabo las anteriores actividades pero con un twist: su mandato es promover el empleo máximo, mantener precios estables y tasas de interés de interés de largo plazo moderadas.
En el comunicado mencionado nos recuerda que “el medio principal … para ajustar la postura de la política monetaria es a través de cambios en el rango objetivo para la tasa de fondos federales” (equivalente al mecanismo de la tasa objetivo de Banxico). Sin embargo “es probable que la tasa de fondos federales se vea restringida por su límite inferior”. En otras palabras, no habría tasas negativas como en Europa.
Aunque el FED “reafirma su juicio de que la inflación a la tasa del dos por ciento … es más consistente a largo plazo con el mandato” ya que “las expectativas de inflación a largo plazo que estén ancladas al dos por ciento fomentan la estabilidad de precios y moderan las tasas de interés a largo plazo “, aquí viene el cambio: “es probable que la política monetaria apropiada conllevaría una inflación moderadamente superior al dos por ciento durante algún tiempo.” Los mercados reaccionaron positivamente ante este anuncio y los actores financieros se estarán preparando para inflaciones más altas.
¿Cuánto tiempo duraría este cambio? En forma no tan críptica, la misma nota nos dice que va a “realizar aproximadamente cada cinco años una revisión pública exhaustiva de su estrategia de política monetaria, herramientas y prácticas de comunicación.”
No es del todo sorpresivo el anuncio, quizá el timing sí. Con la cantidad de recursos que inyectaron a su economía, conforme ésta se vaya reactivando se tendrían que esterilizar los efectos inflacionarios, cosa que llevará algún tiempo. Como en México la economía ocupa un segundo plano respecto de lo político y no hubo apoyos, entonces ni nos beneficia, ni nos perjudica, sino todo lo contrario, para estar a tono con los tiempos actuales.
Publicado originalmente en El Financiero.