El valor de apreciar en los negocios

Apreciar nos hace brillar a todos y suma a una cultura de bienestar cuando el aplauso o felicitación es sincera, auténtica

Inmersos en la vorágine de pendientes que nos dejó la pandemia, corremos el riesgo de dejar de apreciar las lecciones que aprendimos, entre las que destaca que el contacto humano es irremplazable, nos ayuda a disfrutar del trabajo y de la vida en la interacción cotidiana con las personas que convivimos.

¿Nos hemos dado el tiempo de expresar nuestro aprecio a las personas con las que colaboramos? Con frecuencia confundimos reconocer con apreciar, dos acciones aparentemente tan conectadas que las usamos como sinónimos. Sin embargo, los investigadores sobre bienestar y felicidad nos aconsejan que hagamos la distinción entre estos conceptos si queremos ser líderes más efectivos y, sobre todo, si queremos construir relaciones interpersonales más significativas y auténticas. 

Reconocer está asociado con el cumplimiento de metas: reconocemos a las personas que alcanzaron ciertos indicadores o hicieron un buen trabajo, es decir, reconocemos los logros. Apreciar va dirigido a las personas mismas, a sus cualidades y a lo que las hace únicas, es decir, apreciamos a las personas. El aprecio nos permite valorar quiénes son y nos da la oportunidad de agradecer su influencia y presencia en nuestra vida, sin importar su desempeño. Apreciar nos vincula con el lado brillante de cada ser humano, ilumina nuestras propias fortalezas y las del equipo en el que colaboramos, independientemente de sus éxitos o fracasos.

Hace unos días asistí con mi familia a un show del Cirque de Soleil. La carpa estaba llena y se respiraba la emoción compartida de un espectáculo que anticipábamos lleno de sorpresas. La ejecución de los artistas era perfecta, los aplausos no parecían suficientes para reconocer las horas de disciplina y el talento que reflejaban sus actuaciones, así que sumamos a nuestra admiración las sonrisas y los vítores, una y otra vez. Un niño de unos cinco años, sentado a mi lado, se estremecía de alegría y asombro ante cada acto y jalando del brazo a su papá le preguntaba: “¿Viste eso, papá…, lo viste?”.

Disfruté tanto del espectáculo como la capacidad de apreciación de mi pequeño vecino. No quería ni parpadear para no perderse ni un giro, ni un salto, ni una contorsión. Estaba inmerso en la belleza que aportaba cada artista, en la magia construida por esas personas capaces de encantarnos con un trabajo bien hecho. Al terminar el show, se giró para abrazar a su papá y decirle: “Qué bueno que estamos aquí”.

Apreciar implica valorar y agradecer a las personas que nos rodean por el solo hecho de ser y estar, de acompañarnos a lo largo del día, sonreírnos, compartir un café, conversar, hacer su parte del trabajo con buena actitud, cumplir los acuerdos, presentarse, reconocer cuando falló algo y volver a intentarlo hasta que salga bien, para de nuevo ponerse una meta mayor que la de ayer y crecer juntos.

Esta simple acción no requiere presupuesto para diplomas, trofeos, medallas, viajes o cualquiera que sea el regalo en una organización. Sin embargo, apreciar demanda mucho valor de parte de quien muestra su aprecio. Implica entrar en el terreno de la vulnerabilidad para externarle a esa persona a la que admiramos que nos damos cuenta de su esfuerzo, cuidado, talento, pasión o simplemente el tiempo que invierte en su actividad. Porque todo ello nos conecta y acerca a nuestro propósito compartido.

A veces nos guardamos las muestras de gratitud, callamos los elogios por miedo a parecer complacientes ante los colaboradores, o aduladores cuando la admiración la despierta un líder. Para apreciar se necesita ser valiente. Apreciar nos hace brillar a todos, suma a una cultura de bienestar cuando ese aplauso, esa felicitación es sincera, auténtica, y es muy importante que seamos conscientes de que, cuando en nuestra posición de líderes modelamos acciones de aprecio de forma consistente y honesta, la lealtad de los miembros del equipo aumenta, la productividad se incrementa,  la innovación y creatividad florece… ¿Qué estamos esperando? Recuperemos el valor de apreciar.

La autora es profesora de cátedra de EGADE Business School Guadalajara y líder académica del programa ejecutivo Women Leading Organizations.

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