Ahora que se puso de moda el desconocer la aportación hispánica a quienes somos, echemos un somero vistazo al desarrollo del intercambio y la moneda.
Al inicio solo se comerciaba a través del trueque. Es claro lo impráctico que esto resulta, al no poder fraccionar un bien para llevar a cabo el intercambio, es muy difícil encontrar a la contraparte deseada y hasta pierde valor con el tiempo.
Nuestros ancestros se dieron cuenta de que se podía utilizar alguna mercancía como medio de cambio; de hecho, dinero es “cualquier cosa aceptada como medio de intercambio”. Ese es uno de los usos del dinero, los otros dos son como guarda de valor y unidad de contabilización. La humanidad ha usado el ganado, tabaco, piel, aceite de oliva, esclavos, oro, plata, diamantes, cacao, piedras y hasta colillas de cigarro en los campos de concentración.
Entonces, los tipos de dinero son dinero como mercancía, es decir, valen como dinero y tienen valor como mercancía, así como el Fiat Money: dinero declarado por el Gobierno como medio legal de pago. Su valor como mercancía es menor a su valor como dinero en lo que se conoce como el señoreaje, llegándose a entender que “El dinero que vale como dinero y no como mercancía es deseable no por sí mismo sino por las cosas que puede comprar”. Pero ¿Por qué se acepta un papel que “dice” que vale algo? Se abandonó el patrón oro en 1971, entonces nace la paradoja del dinero: el dinero es aceptado porque es aceptado.
En cualquier lugar del mundo se aceptan dólares y el dinero venezolano, por ejemplo, si lo aceptaran es por la curiosidad de tener un billete que ya no valen nada.
El primer uso del papel moneda, se remonta a China en el siglo séptimo, seguido de España en la conquista de Granada aunque claro que había monedas desde la época de los romanos. La palabra moneda proviene de la mitología romana con el dios Juno Moneta. Podemos decir que el dinero “Es el moderno medio de intercambio y es la unidad estándar en que los precios y las deudas son expresadas”.
Liguemos esto con la novedosa idea de regresar a “nuestras raíces”. A lo mejor no está tan mal. Si le damos en la torre a toda modernidad, la ahorradota que nos dábamos con cerrar el IMSS y el ISSTE, bastaría con expandir los mercados para que vendan herbolaria y unos cuantos chamanes que hicieran limpias. ¿Conacyt? ¿UNAM? ¿Politécnico? Como para qué seguirle gastando: se sienten muy autónomos, pero dependen del dinero proveniente de los impuestos que pagamos. La nueva agencia espacia mexicana …. Ni para que comentar.
No habría necesidad de la ropa, aunque, no veo que muchos de los impulsores del “regreso a nuestra identidad nacional” anden en taparrabos, hablen náhuatl o alguna otra lengua autóctona, se muevan en burro (¡no¡, los trajeron los españoles) y dejen de comer las decenas de platillos mexicanos con ingredientes traídos por los españoles. El transporte de carga seria por tamemes.
En cuanto a los sacrificios humanos, está peor ahora: 300 mil personas que han perdido la vida en los últimos años además de la desgracia (que pocos mencionan y menos aún reclaman) de la falta de medicina para niños con cáncer. Los guerreros de ese entonces se podrían corromper como sucede ahora. En fin, Muera Cristóbal Colón (check), pero viva Castro y el asesino del Che Guevara. Lo suyo es la ideología, por lo que lo mejor de todo esto sería pagarles a los diputados, senadores, partidos políticos y demás vividores con cacao.
Artículo publicado en El Financiero.