A toda causa corresponde un efecto de igual magnitud y de sentido contrario, nos dice la tercera Ley de Newton. En este caso, la inacción gubernamental basada en ideologías fundamentadas -si se les puede aplicar ese concepto- en una malvada estulticia, trajo como consecuencia la muerte de un millón, 10 mil ochocientas cincuenta y siete empresas y la pérdida de algo así como tres millones de empleos.
Veamos las escalofriantes cifras. Inegi aplicó la Segunda edición del ECOVID - IE y el estudio sobre la demografía de los negocios 2020. Básicamente, el 80 por ciento de las empresas tuvieron afectaciones en sus ingresos. De 4.9 millones de empresas, el 99.8 por ciento son MIPYMES, y de este universo, sobrevivieron solamente 3.9 millones. La distribución de las muertes fueron, en Servicios Privados no Financieros casi el 25 por ciento, Comercio casi el 19 por ciento y Manufacturas un 15 por ciento. Por estados, en Quintana Roo se presentó la mayor proporción de cierres con casi el 32 por ciento y Oaxaca “solamente” poco menos de un 14 por ciento.
No era para menos si la misma encuesta nos indica que recibieron apoyos solo un 5.9 ´por ciento de las empresas, mientras que 94.1 por ciento restante no recibió ningún tipo de apoyo durante agosto, todavía menos que el 7.8 ´por ciento en abril.
Por el otro lado, ciertamente nacieron 619 mil 443 empresas. En semanas pasadas, en este espacio se comentaron las peripecias que tienen que pasar quienes quieren crear una empresa y hacer las cosas bien y se vuelve casi heroico el crear una empresa.
Siempre queda el recurso de ver los números sin querer entender la dimensión humana y social que un daño causa y refugiarse mentalmente en maromas justificatorias pero esto es lo más dramático: “En los establecimientos que dejaron de operar de manera definitiva laboraban casi tres millones de personas y en los establecimientos que iniciaron operaciones laboran 1.23 millones de personas, mientras que los establecimientos sobrevivientes tuvieron una disminución de 1.14 millones de personas.
De esta manera, se pasó de 14.66 a 11.77 millones de personas ocupadas, lo que representa una disminución de 19.68 por ciento con respecto a la población ocupada en mayo de 2019.”
Un reporte del que no se habla mucho, es la “Evolución del Financiamiento a las Empresas durante el Trimestre Julio – Septiembre de 2020”. Quizás no se atiende mucho ya que sus resultados son casi que constantes. Esta encuesta muestra las fuentes de financiamiento de las empresas en México: 77 por ciento se financian con proveedores; 31 por ciento con la banca comercial; un poco menos del 20 por ciento de otras empresas de su grupo o la matriz; cuatro por ciento de la banca de desarrollo, 4.5 por ciento de la banca extranjera y tres por ciento por emisión de deuda aproximadamente.
Es decir, que el cierre de esas empresas afectaron a sus propios trabajadores pero también a otras empresas ya que muy probablemente las empresas que murieron dejaron de pagar a sus proveedores. Viene la siguiente estocada al empleo y es la prohibición del outsourcing. Es cierto que algunas empresas abusaron del esquema a través del darle la vuelta a pagar las obligaciones fiscales y laborales pero no ciertamente no todas.
La pandemia puede ser la causa incausada de las muertes, pero ya estaba su muerte anunciada por la falta de algún programa contracíclico -fuera de 25 mil pesos que alguien se imaginó que iban a ayudar a alguna empresa-. Resulta Kafkiano dejar morir a las empresas, ya que son fuente de trabajo para una gran cantidad de mexicanos así como de pago de impuestos que es de lo que viven los políticos y gobernantes, quienes son meros administradores de los recursos generados por los particulares.
Publicado originalmente en El Financiero.