Continuar o no continuar; identifica primero el destino al que deseas llegar

Este viaje de la continuidad del que muchos hablamos sólo se recorre acompañado

Cuando el deseo de ver que lo que se ha construido trascienda la siguiente generación, lo primero que la fundadora o fundador de una empresa familiar debe realizar es su “Check Up” empresarial.

Y es que la longevidad empresarial es como la humana, puedo yo tener el sueño de vivir 100 años o más, pero si el cuerpo no está sano, o no somos capaces de aceptar sus cambios, nos volvemos ciegos y sordos a sus señales, y encima no le damos sus mantenimientos, difícilmente lo lograremos. De igual forma, las empresas deben atender su “Check Up” antes, siquiera, de planear una transición generacional exitosa. 

Así pues, este “Check Up” deberá incluir:

  1. Conocer la propuesta de valor de cada modelo de negocio que la empresa opera. Responder, sin titubeo, el “qué” – “a quién” – “cómo” se hace negocio.
  2. Realizar un sencillo, pero completo, análisis financiero, el cual permita evaluar la rentabilidad con sus flujos de efectivo y los márgenes que por fórmulas de negocio se generan (producto/servicio por segmento). 
  3. Revisar eficiencias en cada proceso interno, aceptando que siempre existirán áreas de mejora que reten el statu quo de las operaciones.
  4. Reconocer las capacidades instaladas, sobre todo con respecto al personal y sus habilidades para responder y adaptarse a los cambios internos y externos. 
  5. Conocer la participación de mercado, de tal manera que se identifique a los competidores directos e indirectos, pero también tomar en cuenta las tendencias tecnológicas, sociales, y de nuevos estilos de vida.
  6. Identificar posibles riesgos que bloqueen el crecimiento o la relevancia de la propuesta de valor vigente.

Estos son entonces los básicos que toda empresa, familiar o no familiar, debe llevar a cabo periódicamente antes de ponerse nerviosa por las estadísticas en los índices de mortandad empresarial. Y es que aún no incluimos en ese “Check Up” lo referente a la sostenibilidad; que, de pensar en el largo plazo, no hay atajo posible, un compromiso con el entorno, social, económico y ambiental exigirá una toma de decisiones coordinada y que represente a los distintos grupos de interés (accionistas, colaboradores, consumidores, proveedores, reguladores). 

Es entonces cuando los liderazgos se disponen no sólo a la gestión sino a la gobernanza; para el caso de la empresa familiar, ésta será la empresarial y la familiar.

Es aquí donde la planeación de la transición del liderazgo y/o patrimonial cobra sentido y no antes. Por más deseo que se tenga, cuando no existe una fuente de generación de riqueza y crecimiento sistemático, las posibilidades de tener éxito en esa transición son casi nulas. Tampoco se trata de postergar el momento de abordar temas complicados; es todo lo contrario, requiere de voluntades y de esfuerzos compartidos, de empatía y respeto, pero sobre todo, de claridad en las aspiraciones y expectativas de los que irán en ese viaje llamado continuidad. 

Y no hay duda, el camino será largo, pero el hecho de saber a dónde dirigirse, con quién viajas y cómo viajas hará la diferencia. Planifica y evalúa antes de emprender el viaje; seguro tendrás tropiezos en el camino, pero anticiparse ayuda a que la frustración pase rápido y dé lugar al aprendizaje. 

Este viaje de la continuidad del que muchos hablamos sólo se recorre acompañado, no intentes otra forma, no funciona. Como me lo compartía recientemente un amigo y experto patrimonial, “de manera recurrente encuentro a dueños de fortunas enormes que llevan a cabo acciones en el orden equivocado; primero blindan con estructuras sofisticadas, arquitecturas complejas de gobernanza, y al final comparten el plan con los compañeros de viaje, y las reacciones te las puedes imaginar, desde: eso no está en mis planes, hasta la frustración de hacer lo que decidieron por ti…”

De nuevo, comunicación, confianza y generosidad son tres de los ingredientes que se olvidan al dibujar o construir el camino de continuidad y prosperidad. Si el destino al que deseas llegar implica haber cumplido con la transferencia de un legado a las siguientes generaciones, llega convencido y acompañado de quienes, como tú, aceptan la responsabilidad de construir un mejor futuro a partir de la prosperidad sostenible de la actividad empresarial responsable.

Al decidir continuar, como familia empresaria ya con al menos una segunda generación involucrada en las operaciones empresariales o la toma de decisiones, más temprano que tarde deberán desarrollar una mentalidad de accionistas, donde el aprendizaje será un proceso permanente y permitirá hacer conciencia de lo que significa la responsabilidad que acompaña al privilegio de participar en la construcción del legado familiar y social. 

Existen múltiples formas de aprender: a través de cursos en temas relevantes y muy dirigidos, asistencia a conferencias, talleres específicos y dinámicas al interior de su sistema, entre otras alternativas, con lo que podrán desarrollar una inteligencia colectiva única como familia empresaria. 


La autora es directora del Instituto de Familias Empresarias (IFEM) para México y LATAM del Tecnológico de Monterrey.

Artículo publicado originalmente en El Financiero.

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