Consumismos

Los datos son preocupantes ya que el motor de la economía, por más que los políticos lo quieran presentar de otra manera, es la iniciativa privada

Este viernes pasado el INEGI, entidad digna de crédito ya que cuenta con autonomía técnica y de gestión, gracias a la Ley del Sistema Nacional de Información Estadística y Geográfica, desde el 16 de abril de 2008, publicó el indicador mensual del consumo privado a noviembre de 2020.

De hecho, esperemos que conserve su autonomía, a menos que queramos irnos por el camino del absolutismo autoritario y regresar al apogeo del régimen de antaño: “¿Qué horas son?”, preguntaba el presidente en turno y sus adoradores contestaban “las que Ud. diga, Sr. presidente”.

Este indicador del consumo privado, “mide el comportamiento del gasto realizado en bienes y servicios de consumo, tanto de origen nacional como importado [dando] seguimiento mensual al componente más significativo del PIB por el lado de la demanda”. Efectivamente, los componentes del PIB, por el lado de la demanda son la inversión, gasto de gobierno, el consumo y las exportaciones menos las importaciones. El consumo representa algo así como 2/3 partes del PIB para las economías occidentales. Por cierto, esta forma de medición es aceptada y promovida por la ONU.

Además, este indicador se complementa con la Encuesta mensual de la industria manufacturera, la Encuesta mensual sobre empresas comerciales, la Encuesta mensual de servicios. Además se complementa con registros de comercio exterior, de las mediciones del INPC e INPP, así como estadísticas de cámaras y asociaciones, datos de PEMEX, CFE, Banco de México e inclusive del Bureau of Labor Statistics, entre otros.

Afortunadamente registró un aumento en términos reales de 3% contra octubre: los bienes importados crecieron 20% y los de origen nacional un 0.9% mes a mes. Sin embargo, año a año, se tiene una caída aproximada del 7% tanto para bienes y servicios nacionales como importados. Destaca -y no para bien- que los servicios cayeron casi un 14%.

Los datos son preocupantes ya que el motor de la economía, por más que los políticos lo quieran presentar de otra manera, (falta que la gente se las crean) es, una vez más, la iniciativa privada ya sea produciendo o consumiendo.

El cliché de que Estados Unidos hay “demasiado” consumismo y que es por sí mismo algo “malo” (de acuerdo con los que no llegaron ni a ser ni a tener -ni nada- en la vida), lo echan por tierra los datos económicos. En México queremos regresar a ser consumistas solo que, como el viejo chiste, a ser consumistas, “con su mismo” traje, “con su mismo” carro, etc. Si no se consume, no se produce; si no se produce no hay empleo; si no hay producción y empleo, no hay impuestos; si no hay impuestos, una de dos: o no se atiende a la población necesitada porque no hay con qué, o se endeuda al país, pasando la bolita a generaciones venideras. No hay nobleza en la pobreza.

PS. ¿Qué logo es más peligroso? ¿El del Tigre Toño y sus amigos o el de los partidos políticos? Sin ser un especialista nutriólogo -que va-, pudiera llegar a ser sano para un niño consumir productos del tigre Toño y sus amigos, si hace ejercicio y no se alimenta exclusivamente con la dieta T del mexicano: tortas, tacos y demás. Por el contrario, no hace falta ser ningún especialista en nada para darse cuenta de que los logos de los partidos políticos engañan sobre todo a los no niños y que las consecuencias del consumo de sus promesas afectan a ellos, a sus hijos y nietos -a todos-. Pero no nos damos cuenta y seguimos consumiendo producto chatarra. Baste ver la lista de los que serán diputados.

 

Publicado originalmente en El Financiero.

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