Como hemos comentado anteriormente, una tasa de interés tendría que tener tres elementos: Un premio por prestar el dinero – quien presta pospone su consumo hoy y a quien se le presta, consume hoy -, una compensación por riesgo (el consabido: Debo no niego, pago…no tengo). El tercer elemento es la inflación. El hecho de que una tasa de interés compensara únicamente por concepto de inflación, no hace ningún favor: lo que se podía comprar con el dinero hoy, se podrá comprar el día de mañana, pero nada más y recordemos que la inflación es el aumento sostenido y generalizado de los precios. Ojo con la palabra generalizado, no porque suban los precios de algún producto es que hay inflación.
También se dice que la inflación es el impuesto de los pobres: dado que no está bancarizado un porcentaje alto de la población, guardan su dinero bajo el colchón y para cuando lo quieren usar, no les alcanza porque ya subieron los precios.
La deflación -que bajen los precios- es igual o peor que la inflación. Si vemos que a un producto semana a semana le están bajando el precio… nos esperaremos a que esté todavía más barato hasta que, nos indica la microeconomía, el precio no cubra los costos variables recomendando dejar de producir. Cierra el negocio.
Como sabemos, los encargados de mantener la inflación a raya son los bancos centrales. El Artículo 28 constitucional así lo mandata (que bien suena esa palabra). El instrumento más utilizado es la tasa objetivo.
El pasado miércoles el FED, en su FOMC (Federal Open Market Committee) decidió mantener sin cambios la tasa de Fed Funds en un rango de 0 a 0.25 por ciento. Lo interesante viene en lo que vendrá y eso es que confirma la nueva postura de llevar a la inflación a niveles del dos por ciento. Su racional es que “El Comité busca lograr pleno empleo y una inflación del dos por ciento a largo plazo. Con la inflación persistentemente por debajo de esta meta a largo plazo, el Comité tratará de lograr una inflación moderadamente superior al dos por ciento durante algún tiempo para que la inflación promedie el dos por ciento a lo largo del tiempo y las expectativas de inflación a largo plazo se mantengan bien ancladas en el dos por ciento. El Comité espera mantener una postura acomodaticia de la política monetaria hasta que se logren estos resultados.”
Es decir, va dejar el rango de la tasa objetivo constante hasta que el canal de las expectativas de largo plazo de la inflación lleguen a un dos por ciento. ¿Cuánto tiempo tomará esto? El tiempo que sea necesario: en un “foreseeable future” -un futuro previsible-. En eso radica el cambio de paradigma.
Antes (el dramoso adverbio con el que se pretende justificar la indolencia e incapacidad que ahora está tan de moda), el objetivo del Fed era el pleno empleo, inflación moderada y tasas de interés de largo plazo estables. Siguen siéndolo excepto que el dos por ciento de antes, era un objetivo “suave” (soft target) que, si se lograba estaba bien pero era flexible. Ahora ya no. ¿Qué consecuencias tiene esto? Por un lado, tipos de cambio del dólar en principio más estables (si no cambian los perfiles de riesgo de los países); una relativa certeza en la tasa libre de riesgo que es un componente muy importante de la tasa de rendimiento mínima requerida de los proyectos de inversión. Es decir, crecimiento económico. Allá si les importa el crecimiento económico que se traduce en pleno empleo. Allá, del otro lado del muro, sí; de este lado no.
Publicado originalmente en El Financiero.