No fue sino hasta 1925, el 25 de agosto de ese año, que se fundó El Banco de México. Hasta ese momento, algunos de los bancos privados emitían títulos de crédito que funcionaban como billetes. Con el apoyo de recortes al gasto militar, Manuel Gómez Morín impulsó su creación.
En sus primeros años llevaba a cabo operaciones con el público en general, aprovechado por algunos políticos y militares para no pagar los créditos pedidos. Dejo esa práctica, pero se volvió la caja chica del gobierno en turno. El colmo fue cuando López Portillo arrogantemente dijo que la “economía se manejaba desde Los Pinos” con los consecuentes efectos nefastos por todos conocidos (y ahora añorados). Gracias a la autonomía otorgada en abril de 1994 ha logrado, a excepción del “gasolinazo” -aunque no han bajado los precios de las gasolinas-, eliminar lo que se conoce como el impuesto a la pobreza: la inflación. Los estratos de más bajos ingresos de la población no están bancarizados por lo que no tienen acceso a instrumentos financieros que les protejan de dicha inflación.
Es una falacia decir que la nueva ley “…fortalece la economía de los mexicanos que migraron a Estados Unidos y de las familias que reciben remesas en efectivo…”. Veamos datos fidedignos (algo que está en desuso de un tiempo para acá porque todo o se politiza o se dramatiza) de la balanza de pagos. El monto acumulado de las remesas a octubre del 2020 es de casi US$ 30,000 millones a través de un poco más de 88 millones de operaciones (¿es un logro el que mexicanos se tengan que ir a vivir a otro país porque aquí no se fomenta el crecimiento económico?). El 99% se realizó por transferencia electrónica con un monto promedio de US$ 338 aunque el monto promedio de los money orders es de US$ 858. Los dólares en efectivo no provienen de las remesas. Los Senadores las usaron de pretexto para facilitarle las cosas a la única actividad que genera dólares en cantidades industriales: el lavado de dinero.
La ONU, a través de su Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) el 21 de noviembre de 2019 -hace apenas un año- tuvo una serie de reuniones con las autoridades mexicanas “… [para comenzar] las acciones estratégicas correspondientes a la Campaña Nacional de Prevención del Lavado de Dinero”. De acuerdo con el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, “la evasión fiscal, el lavado de dinero y otros flujos ilícitos desvían recursos muy necesarios para el desarrollo sostenible”.
Se ha comentado mucho el apoyo al lavado de dinero (¿favores pagados?), pero además de vulnerar su autonomía está la inflación. Banxico recibirá dólares y los cambiará por pesos (recién lavados). Será necesario “esterilizarlos” para que no sea inflacionarios: en una economía de un solo bien y un solo billete de 100, ese bien vale 100. Pero si el gobernante se le ocurre repartir más dinero y ordena al banco central a “darle vueltas a la maquinita” imprimiendo otro billete de 100, solo encareció ese único bien porque ahora vale 200. Banxico tendrá que subir las tasas para evitar el impuesto al pueblo.
Lavado de dinero, incremento en tasas, decretos de control de precios, datos privados que acabarán estando a disposición del mejor postor, acabar con la creación de fuentes de trabajo ¿Por qué van en contra de México? No es más que imponer su ideología y al pueblo, 500 años después, le sigue gustando que le den espejitos.
Publicado originalmente en El Financiero.