El Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó esta semana un reporte macroeconómico donde revisó las tasas de crecimiento mundiales al alza. El FMI comienza resaltando que las principales economías comenzarán a desacelerarse como resultado de condiciones crediticias más rígidas, por el ciclo de alza de tasas de interés global, y la guerra entre Ucrania y Rusia. Si bien se espera una desaceleración este año, su pronóstico no es tan adverso como el que tenía en octubre debido a la tendencia bajista que está registrando la inflación.
La economía global presentó un buen dinamismo en el tercer trimestre de 2022, con un mercado laboral sólido, un consumo privado e inversión robustos, y una adaptación mejor a los esperado de los países europeos a la crisis energética. Destaca el buen dinamismo de la inflación que consolidó una trayectoria descendiente, sobre todo en el componente subyacente.
Asimismo, existen buenas noticias de China que abrió su economía de nuevo y sus condiciones financieras mejoraron sustancialmente. Estas acciones y un dólar más apreciado ayudaron al sector exportador de muchas economías emergentes. Así, el FMI revisó al alza las tasas de crecimiento en la mayoría de las economías este año. Se espera que la economía global crezca 2.9 por ciento este año. El FMI pronostica que las economías desarrolladas se expandan 1.2 por ciento versus 4 por ciento en países emergentes. Para México, EE. UU. y Canadá se esperan tasas de crecimiento de 1.7, 1.4 y 1.5 por ciento, respectivamente. El promedio de crecimiento para América Latina es de 1.8 por ciento y el único país que se estima caiga este año es el Reino Unido (-0.6 por ciento anual).
Como riesgos a la baja para el crecimiento se menciona que la economía china vuelva a confinarse por episodios adicionales de COVID y por problemas financieros en su sector inmobiliario. Una inflación que persista en niveles elevados y que se contamine por los aumentos salariales. Un escalamiento en la guerra entre Ucrania y Rusia que desestabilice los sectores energéticos y de alimentos. Y, ajustes en los mercados financieros como respuesta a presiones inflacionarias que provoquen problemas de liquidez.
Como riesgos al alza se contempla más ingresos por consumo por mayores salarios de las familias (en compensación a la inflación) y la reactivación de los canales de distribución de materias primas y bienes intermedios globales, lo que meraría las presiones inflacionarias. El reporte termina diciendo que si bien el combate a la inflación va bien todavía queda un tramo por recorrer. Es decir, los bancos centrales deberán continuar subiendo sus tasas a lo largo del año.
El autor es profesor de Economía y Finanzas de EGADE Business School.
Publicado originalmente en El Financiero.