Los organismos financieros internacionales y los principales analistas económicos indican que la actividad económica en México crecerá en un rango de 2.5 a 4.5 por ciento en 2021. Es natural pensar en un rebote estadístico después de una fuerte contracción de 9 por ciento anual en 2020. Sin embargo, lo importante será observar las tasas de crecimiento de mediano plazo en el país. Personalmente estimo que la economía nacional crecerá 3.6 por ciento en 2021, pero se estancará en un promedio de expansión de 2 por ciento anual de ahí en adelante.
Así, por ejemplo, la economía mexicana tardaría de 4 a 6 años en recuperar su PIB de 2019. El Fondo Monetario Internacional (FMI) indica que de 2019 a 2024 la economía mexicana crecerá apenas 0.5 por ciento en el acumulado. Ello contrasta con 5.9 por ciento en EUA, 3.6 por ciento en España, 9.9 por ciento en Corea del Sur, 4.1 por ciento en Alemania, 5.3 por ciento en Canadá, 4.8 por ciento en la Unión Europea y 2.9 por ciento en América Latina.
Las tasas de crecimiento de mediano plazo están relacionadas con el PIB potencial que a su vez depende de la inversión en tres factores fundamentales: capital humano, capital físico y tecnología. En estos tres rubros la economía nacional muestra un importante deterioro que afectará la tasa de crecimiento potencial. La inversión física en términos de PIB se ubica en niveles por debajo de 20 por ciento, la OCDE sugiere que esta razón debe rondar en 25 por ciento. El promedio de los últimos 20 años es de apenas 20 por ciento del PIB (el promedio de crecimiento fue de 2 por ciento solamente).
En materia de capital humano, solo alrededor del 22 por ciento de la población tiene estudios superiores, y la prueba pisa indica que el nivel de competencias de la población es reprobable. Por último, la inversión en ciencia y tecnología apenas llega al 0.3 por ciento del PIB cuando el promedio de la OCDE es de 2.5 por ciento. La eliminación de los fideicomisos relacionados con este rubro solo empeorará el panorama.
Estos tres factores mermarán la productividad del país que está muy ligada con la tasa de crecimiento potencial del país. Si ahora tomamos en cuenta el PIB per cápita los pronósticos son menos alentadores. La fuerte caída del PIB en el 2020 aunado a las pobres tasas de crecimiento económico en el futuro, en un entorno donde la población crece anualmente a un promedio de 1.4 por ciento, sugieren que el PIB per cápita se recuperará en al menos 10 años.
Lo anterior es resultado de varios factores. Primero, por la falta de implementar medidas contra cíclicas durante la peor crisis del país desde los años 30s. Los apoyos fiscales apenas representan 1 por ciento del PIB cuando el promedio de América Latina es de 16 por ciento. Esto provocará el cierre permanente de cientos de miles de pymes y la pérdida de millones de empleos. Segundo, por el fuerte deterioro de la inversión fija bruta que liga más de dos años de contracciones. Es decir, se está destruyendo capital productivo en el futuro (reduciendo la capacidad instalada del país). Tercero, por medidas de política económica del gobierno federal que le restarán competitividad a la economía como la restricción de la inversión privada en energías renovables, la explotación de crudo, etc.
La energía solar ya es la más barata del mundo y los países en general están migrando hacia mayor inversión en energías renovables. En México se apuesta completamente al petróleo. Mayores costos de producción en México comparativamente con otros países reducirán su productividad.
Así, estamos ante un panorama de una muy lenta recuperación, sobre todo en materia de ingresos de la población (PIB per cápita), que tardará al menos UNA DÉCADA.
Publicado originalmente en El Financiero.