Esta semana la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) entregó el paquete económico 2023 al Congreso de la Unión. En términos generales el paquete económico resulta muy optimista, sobre todo analizando los pronósticos macroeconómicos. El paquete económico estima una expansión de 3 por ciento anual en 2023, muy por encima del pronóstico de 1.2 por ciento que prevee el Fondo Monetario Internacional (FMI). Asimismo, la SHCP estima una inflación de 4.7 por ciento anual cuando actualmente la inflación general se ubica en 8.6 por ciento y continúa al alza.
La estructura de la composición de los ingresos no cambia, es decir, no se propone una miscelánea fiscal (no hay cambio en la tasa impositiva ni en el base tributaria) por lo que se considera un paquete fiscal con una visión de corto plazo. La sobre estimación del crecimiento económico en 2023 pudiese generar presiones importantes en los ingresos federales lo que implicaría recortes en el gasto público.
En materia de gasto público más del 60 por ciento corresponde a gasto federalizado y costo de financiamiento. El gasto en salud reflejaría un aumento de 4.2 por ciento que según en Centro de Investigación Económica y Presupuestaria AC (CIEP) resulta insuficiente para promover la cobertura universal y equivale a 2.8 por ciento del PIB, la mitad de lo recomendado. Asimismo, el gasto en educación se ubica en aproximadamente 0.8 puntos del PIB por debajo de lo recomendado, según el CIEP, y por debajo de los niveles observados entre 2016 y 2021. Casi el 90 por ciento se detina hacia salarios de los docentes.
El gasto en infraestructura se espera un incremento de 15 por ciento anual lo que representa un valor muy inferior al 4 por ciento del PIB, que es recomendado por el CIEP. La mayor parte del presupuesto se dirige a los proyectos emblemáticos del gobierno federal. El gasto en pensiones se ubica en 5.4 por ciento del PIB, o 20.4 por ciento del proyecto de egresos de la federación. En materia de costo de financiamiento se estima un incremento de 30 por ciento por la subida de las tasas de interés. Es decir, el costo de financiamiento representaría el 3.4 por ciento del PIB.
Así, el paquete económica resulta muy optimista lo que pudisese generar presiones a las finanzas públicas en 2023. El entorno global es de incertidumbre y una desaceleración económica con altos precios al consumidor. Este entorno continuará en 2023. De no materializarse los pronósticos de crecimiento de Hacienda probablemente veremos recortes al gasto público, que sale debiendo con los montos que resultan insuficientes para cubrir las necesidades básicas de la población. Resulta interesante que se privilegia a las transferencias sociales, por ejemplo las pensiones, sobre rubros como educación y salud.
Problemas en las finanzas públicas en 2023 probablemente presionarían la calificación crediticia del país y depreciarían al peso.
El autor es profesor de Economía y Finanzas de EGADE Business School.
Publicado originalmente en El Financiero.