Trata de personas: ¿Qué pueden hacer las empresas?

Este año se quiere combatir especialmente la trata de niños y jóvenes

“Nuestras vidas comienzan a terminar el día que nos quedamos callados sobre las cosas que importan.” M.L. King

En su protocolo del año 2000, la ONU define la trata de personas como “la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. Esta explotación incluirá, como mínimo la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos.”

En 2013, la ONU declaró el 30 de julio como el “Día Internacional contra la Trata de personas”. Esto involucra un plan de acción en donde los países se comprometieron a combatir este problema, el cual atenta contra los derechos fundamentales de los seres humanos. Además, el promover este día, busca generar una mayor conciencia sobre esta problemática, la cual existe a nivel mundial y que no distingue género, edad, religión ni nivel socioeconómico.

Este año, especialmente, la ONU ha designado “La respuesta a la trata de niños y jóvenes” como el tema en el cual se debe de poner más atención y sobre el cual debe existir una mayor sensibilidad, ya que se estima que casi un tercio de las víctimas de trata son infantes. Es particularmente preocupante que estas víctimas son aquellos que menos posibilidades tienen de defenderse por sí mismos. El que este día haya sido designado por la ONU como un “Día Internacional” no solamente busca generar mayor conciencia sobre el tema, sino que actúa como llamado a la acción para que este crimen pueda ser finalmente erradicado.

Las víctimas y las repercusiones sociales   

La Organización Internacional del Trabajo ha estimado que 21 millones de personas son víctimas de trabajo forzado. Se desconoce cuántas de estas personas han sido víctimas de trata, pero existen millones de personas perjudicadas por este problema. Esto resulta sumamente grave, sobre todo al considerar que en Norteamérica, las afectadas son predominantemente mujeres y niñas. Son aquellas personas en situaciones de mayor vulnerabilidad, aquellas que buscan tener un futuro mejor, quienes se ven involucradas en la trata cuando los tratantes identifican y se aprovechan de este deseo de mejorar su calidad de vida, como refleja la cruda película “Las elegidas”, de David Pablos.

Los tratantes, buscando una ganancia económica, engañan a hombres, mujeres y niños para someterlos a diferentes tipos de explotación todos los días. Estas personas se han convertido en esclavos modernos. Aquellos que caen en esta trampa, viven constantemente en circunstancias precarias.

De acuerdo con la organización no gubernamental Anti-Slavery International, las personas que se encuentran en una situación de esclavitud: i) son forzadas a trabajar bajo amenazas; ii) son controladas por sus captores; iii) son deshumanizadas y tratadas como objetos; iv) tienen una limitada libertad de movimiento y muchas veces, son obligadas a vivir en condiciones infrahumanas. Si bien lo más común es pensar en la explotación sexual, existen otras formas sumamente comunes como el trabajo forzado, la mendicidad infantil y la adopción ilegal. Lo más alarmante es que este tipo de dinámicas privan a las personas del último bastión de su condición humana: la dignidad.

Diferentes tipos de explotación se llevan a cabo todos los días y nosotros, como ciudadanos, tenemos la responsabilidad de ser más sensibles y advertir que un gran número de personas a nuestro alrededor podrían tener una historia de este tipo. ¿Nos hemos vuelto indiferentes al dolor ajeno? Urge sensibilizarnos.

¿Qué responsabilidad tienen las empresas?

Las organizaciones no pueden mantenerse ajenas a este tipo de dinámicas. Es de vital importancia que sus líderes comprendan la gravedad de este problema para evitar que sus colaboradores sean parte de redes que violan los derechos humanos de los más indefensos.

Al hablar de explotación dentro las empresas, esta se puede dar de diferentes formas que podrían resultar incluso comunes; desde quienes no reciben un salario digno por su trabajo, hasta aquellas personas que son obligadas a trabajar más allá de su horario laboral sin remuneración adicional. Estas, definitivamente son situaciones que los líderes empresariales pueden y deben buscar evitar.

Finalmente, es sumamente relevante que las empresas apoyen de manera activa a los fondos que han sido creados para ayudar a aquellos que han sido o son víctimas de trata de personas. Este compromiso entre empresas y fondos genera la noción de una responsabilidad común para luchar contra este tipo de prácticas. La acción de las empresas comprometidas es fundamental para poder erradicar este grave problema que causa un profundo perjuicio en el tejido social y empresarial en México y en tantos otros países.  

 

*Por Paulina Segarra.

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