La Transformación Digital se refiere a la transformación de las organizaciones, a través de la incorporación de la tecnología digital y modelos de negocio para potenciar la generación de valor.
En el ámbito financiero, la Transformación Digital se ha dado a partir del Fintech (o Tecnología Financiera) que tiene que ver con la incorporación de la tecnología en diferentes actividades del sector para ofrecer productos y servicios confiables y de valor. De manera más formal, Wharton, la Escuela de Negocios de la Universidad de Pennsylvania, define al Fintech como “la industria económica compuesta por compañías que usan la tecnología para ofrecer servicios financieros más eficientes y menos costosos”, aunque a esta definición me permito agregar también la oferta de productos innovadores y de vanguardia que generen valor a sus usuarios.
Si bien, las primeras empresas Fintech en el mundo surgieron a mediados de los años noventa, en el periodo de auge de la empresas dot com, el BID reporta que el 60 por ciento de las empresas de este sector surgieron entre 2014 y 2016 lo que, sin duda, muestra el potencial que este sector representa para los emprendedores. Cabe mencionar que también en este reporte del BID se reconoce que el 25 por ciento de las empresas se han enfocado en el desarrollo de plataformas para captar recursos del público inversionista para destinarlos al financiamiento de proyectos productivos, en la mayoría de los casos a través del esquema de financiamiento colectivo o crowdfunding.
Otro 25 por ciento, aproximadamente, se ha enfocado en el desarrollo de plataformas tecnológicas para realizar pagos y transferencia de recursos, y el 50 por ciento restante se ha enfocado en: a) la administración financiera de empresas y personas; b) la administración de portafolios de inversión; c) en la administración bancaria y de seguros; y d) el desarrollo de activos virtuales, entre los que destacan las criptomonedas.
En América Latina son cinco los países que destacan por emprendimientos en el sector Fintech. Brasil ocupa el primer lugar con 230 emprendimientos; México, con 180, ocupa el segundo lugar. Del tercero al quinto están Colombia, Argentina y Chile con 84, 72 y 65 emprendimientos, respectivamente, de acuerdo a otro reporte del BID.
Por otro lado, de acuerdo al INEGI, el 99 por ciento de las empresas en México son micro o pequeñas, y de éstas solo el 7 por ciento tiene acceso a algún tipo de crédito. Y es en este rubro en el que las empresas Fintech están contribuyendo de manera importante en el crecimiento y expansión de éstas y otras empresas en México a través del financiamiento colectivo o crowdfunding ya que, de acuerdo a la SHCP, las empresas Fintech en México otorgaron, hasta el primer trimestre del año, más de mil millones de pesos en financiamiento y tienen más de 540 mil usuarios activos.
Estos datos ponen de manifiesto el impacto positivo del sector Fintech al financiar proyectos productivos que, eventualmente, generarán riqueza y bienestar para la población. Éste debe ser el principal cometido de los mercados financieros, es decir, captar los recursos del público inversionista y destinarlos al financiamiento de proyectos productivos.
Cabe mencionar que el rápido crecimiento del sector en México rebasó la posibilidad de que las autoridades regulatorias pudieran definir, con anticipación, las leyes y los reglamentos que den certidumbre jurídica a los participantes de la industria. Ante esta circunstancia, en marzo de este año la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y el Banco de México presentaron un borrador de Ley para la Industria Fintech misma que, después de revisiones y adecuaciones, resultó en un Decreto por el que se expidió la Ley para Regular a las Instituciones de Tecnología Financiera, el 19 de septiembre de este año, de acuerdo a la Comisión Federal de Mejora Regulatoria (COFEMER).
Con este Decreto de Ley los participantes del sector tendrán mayor certidumbre jurídica sobre las actividades relacionadas con los pagos electrónicos, los financiamientos colectivos y el uso de activos virtuales (los cuales no están respaldados por ninguna entidad financiera regulada) principalmente.
Sin duda, este es el comienzo de una nueva era del sector financiero en México en la que se presenta una oportunidad muy grande para contribuir con el crecimiento y expansión de micro y pequeñas empresas, además de ofrecer productos y servicios financieros a algunos segmentos de la población que el sistema financiero tradicional no ha podido atender.
*Publicado por Osmar Zavaleta, Director de la Sede Monterrey de EGADE Business School.
Publicado originalmente El Financiero