La economía nacional terminará este año con un crecimiento superior al esperado, de alrededor de 3 por ciento anual, según el último pronóstico del Banco de México. La creación de empleos y la atracción de inversión extranjera directa (32 mil millones de dólares al tercer trimestre del año) mostraron un buen dinamismo. La inversión extranjera se destacó en el sector manufacturero y reflejó el efecto de la regionalización de las proveedurías globales o nearshoring.
La guerra comercial entre los Estados Unidos y China, aunado a los problemas que enfrentó el sector industrial chino por el confinamiento, están provocando una migración importante de proveedurías manufactureras hacia México. La cercanía a EE. UU. y el Tratado de Libre Comercio (TMEC) son dos factores muy atractivos para las empresas manufactureras.
El buen dinamismo de la economía nacional este año se debe a la resiliencia de la economía estadounidense. El sector industrial de ese país superó las expectativas reflejado en la sólida creación de empleos a lo largo del año.
El crecimiento del PIB al tercer trimestre del año se revisó recientemente al alza de 2.6 a 2.9 por ciento anual en EE. UU.. Así, el sector exportador nacional se vio beneficiado de este buen dinamismo. Además, el envío de remesas continuó con un avance sólido. En los primeros 9 meses del año sumaron 42 mil millones de dólares. Las remesas tienen un multiplicador importante para la demanda interna del país, sobre todo en regiones de bajo ingresos.
Sin embargo, no todo son buenas noticias. Los últimos datos macroeconómicos globales apuntan a una desaceleración importante de la economía. El índice de gerentes manufacturero (PMI) de EE. UU. mostró una contracción en noviembre por primera vez en el año (el indicador se ubicó debajo del umbral de 50 puntos).
Asimismo, la creación de empleos en EE. UU., si bien continuó creciendo, lo hizo a un menor ritmo. En México también se percibe cierta moderación en la actividad económica hacia finales de año. Las exportaciones en octubre se contrajeron 3 por ciento en su comparativo mensual y el IGAE muestra una desaceleración del sector industrial (sobre todo el sector de la construcción).
La percepción de la desaceleración económica global es resultado, principalmente, de una política monetaria restrcitiva global que está mermando a la demanda agregada global con el fin de combatir a una inflación que persiste en niveles elevados. La buena noticia es que la inflación en la mayoría de los países parece estar revirtiendo su tendencia. La mala noticia es que la política monetaria restrictiva implicará tener un 2023 con casi la mitad de crecimiento de la economía que en 2022.
El autor es profesor de Economía y Finanzas de EGADE Business School.
Publicado originalmente en El Financiero.