La pandemia de COVID-19 nos confirma que el mundo actual y futuro tiene como común denominador un entorno incierto y complejo, lleno de retos y situaciones adversas. Este tipo de entorno trae consigo temor y angustia, no sólo hace vulnerables a los individuos, sino a las organizaciones, las comunidades y los sistemas de gobierno. Es aquí donde se vuelve vital tener claridad sobre aquellas capacidades que nos fortalecen, en las que podemos apalancarnos para minimizar nuestra vulnerabilidad, las que nos permiten detectar oportunidades, lograr nuestros objetivos y reencauzar el rumbo.
Como organizaciones, este periodo de contingencia sanitaria nos recuerda la necesidad de desarrollar y fortalecer nuestra capacidad resiliente, tener un rumbo claro y sencillo para comunicarlo a todas nuestras audiencias y grupos de impacto, ser más ágiles y flexibles en el diseño y la adopción de nuevas estrategias, participar activamente en redes de colaboración, estar interconectados en un sistema en el cual las instituciones públicas y privadas colaboren con un propósito: el bien común de nuestras sociedades y su sustentabilidad.
Ante este entorno incierto y complejo, EGADE Business School hace un llamado a la sociedad, y al sector empresarial en particular, con la reciente publicación del Decálogo para la Refundación Económica-Empresarial de México, donde se destaca la necesidad de contar con mecanismos que permitan recuperarnos rápidamente de las eventualidades, redefinir el rumbo y acelerar la toma de decisiones en todas sus esferas. Esto será posible si actuamos con agilidad y efectividad en el desarrollo y la consecución de las siguientes capacidades:
- Capacidad resiliente en los individuos y las organizaciones, estar abiertos a abrazar los cambios, a anticipar el futuro, a tomar ventaja de las oportunidades e incluso florecer y reinventarse bajo condiciones no previstas. Para ello, se debe ser capaces de aceptar los errores, aprender de ellos, de intentar las veces que sean necesarias para lograr el objetivo propuesto. La flexibilidad para adaptarse a los cambios, el optimismo para ver lo positivo de las cosas y la iniciativa propia para que las cosas sucedan, son actitudes claves para enfrentar la adversidad sin temor.
- Organizaciones ágiles y flexibles que, aun cuando cuentan con una estrategia definida, son capaces de modificarla al haber identificado oportunidades y proyectado más de un escenario futuro. Las organizaciones del futuro deben ser capaces de diseñar entornos que inviten a crear, en los que sea seguro equivocarse y acelerar sus ciclos de planeación para reasignar y reconfigurar recursos con mayor frecuencia. Con este enfoque, los líderes conforman equipos multifuncionales alrededor de la incertidumbre para reducir el riesgo y empoderar a los equipos en lugar de dirigirlos, los cuales cuentan con objetivos claros y específicos.
- Redes activas de colaboración empresarial que alineen sus intereses en la consecución de un bien común, en beneficio de la sociedad y su sustentabilidad. Las asociaciones, las cámaras de comercio, las alianzas estratégicas son redes cuyo funcionamiento, así como la diversidad de sus conexiones, permiten detonar iniciativas alineadas a las necesidades sociales actuales y, por qué no, futuras. Cada uno de los miembros de estas redes cuenta con recursos y capacidades distintivas, por lo que a través de acciones específicas pueden generar y sumar valor a las iniciativas propuestas.
- Sistemas interconectados entre los sectores público y privado. Así como las empresas son capaces de gestionar equipos multifuncionales, los sectores público y privado han de tomar ventaja de sus fortalezas para mejorar su oferta de valor a la sociedad. Claro ejemplo de esto es la colaboración, la organización y la unión de esfuerzos que han logrado los hospitales públicos y privados en Monterrey para atender de forma eficiente a los pacientes de la región durante esta pandemia. El fin último es contar con una mejor sociedad en todos los ámbitos: ¿cómo potencializamos y sumamos las fortalezas de todos los actores?
En definitiva, se espera que las acciones que se realicen en el corto plazo estén enfocadas en desarrollar o fortalecer una capacidad resiliente para enfrentar las adversidades, mitigar la vulnerabilidad y adaptar nuestras actividades en el logro de nuestro propósito individual y el de la organización en la que participamos; diseñar iniciativas que ofrezcan la oportunidad de potencializar las redes empresariales, y fomentar la creación de sistemas de colaboración entre los sectores público y privado. Resiliencia, colaboración e interconexión, más allá de palabras, son las capacidades que nos ayudarán a sortear las adversidades de un mundo incierto y complejo.
Artículo publicado originalmente en Forbes.