La preocupación por el impacto ambiental de los grandes eventos deportivos inició desde los Juegos Olímpicos de Sídney 2000. Desde entonces, las competencias más relevantes y masivas a nivel global, al menos teóricamente, buscan compensar su propia huella de carbono. Conceptos como estadios verdes, manejo de desechos y reciclaje o impacto ambiental urbano, están cada vez más presentes.
La Fédération Internationale de Football Association (FIFA), por ejemplo, mostró su compromiso con la reducción del impacto ambiental de la Copa Mundial de Alemania 2006, incorporando planes y medidas específicas para decrecer la huella de carbono. Doce años después, para el Mundial de Rusia, ha publicado un reporte que evalúa el impacto positivo de la Copa en el país anfitrión en las esferas económica, social y medioambiental. No exento de sesgos, al ser la FIFA organizadora del evento, este tipo de reporte también se publicó para el Mundial de Brasil 2014. Sin embargo, lo acontecido en el país sudamericano dista mucho del escenario positivo marcado en el reporte.
La Copa del Mundo de Brasil tenía expectativas muy altas. De hecho, se había esperado que fuera la Copa Verde. Sin embargo, no sólo fue criticada por las prácticas poco sostenibles para el medio ambiente, sino también por el impacto social negativo que tuvo en Brasil. Antes del Mundial se produjeron protestas locales, en las cuales los manifestantes aducían que mientras no se cubrían los servicios básicos de la población, se iban a gastar millones de dólares en estadios que jamás se volverían a utilizar. La ciudadanía no percibió este evento como algo que genuinamente impactaría positivamente a su país, ni en el corto ni largo plazo.
Si bien la FIFA se enfocó en obtener certificaciones verdes para sus edificios y hubo iniciativas de reciclaje y conservación del agua, no se consideraron factores de movilidad en un país con un sistema de transporte público poco desarrollado, aumentando considerablemente el uso de transporte privado.
Este año, el ex viceprimer ministro ruso Arkady Dvorkovich, presidente del Comité Organizador Local de la Copa Mundial de Rusia 2018, junto con Alexey Sorokin, director general del Comité Organizador, presentaron el reporte de evaluación del impacto social, económico y ambiental del torneo
Según este reporte, se evaluó el impacto positivo de largo plazo del Mundial respecto a la creación de empleos, desarrollo local, capital humano, y hasta crecimiento del PIB:
De acuerdo al reporte de FIFA, 77% de la ciudadanía rusa cree que la Copa del Mundo contribuye al prestigio del país.
La información del reporte parece mostrar que el impacto del Mundial será más positivo que negativo. Además, para este reporte, la FIFA y el Comité Organizador Local trabajaron con la Oficina de Derechos Humanos de la ONU para desarrollar la nueva estrategia de sostenibilidad del Mundial, adaptada para las especificidades del país anfitrión.
Sin embargo, la FIFA se ve beneficiada de una buena percepción del Mundial. Sobre todo, si recordamos las controversias respecto a la corrupción interna que se reportaron en años recientes, la percepción profundamente negativa de la Copa Mundial de Brasil y las críticas actuales al Mundial de Qatar 2022.
Entre las críticas más sonadas a la Copa Mundial de Qatar se mencionan lacras como la esclavitud moderna y la corrupción, así como problemas infraestructurales.
Queda por ver las consecuencias de la Copa Mundial de Rusia, y ver si están más alineadas a casos como el de Brasil o a lo esperado por su reporte de impacto económico, social y medioambiental. Así como ver qué medidas se tomarán para mejorar la ya muy negativa percepción de la Copa Mundial de Qatar.
Quizá en décadas anteriores la FIFA podía disimular muchos de sus procesos éticamente dudosos. Sin embargo, en un mundo donde la globalización ha ido de la mano con la comunicación democratizada, estará bajo una lupa vista por millones de personas, y no sólo los fans del futbol estarán siguiendo las noticias. Esto obliga a todos los eventos masivos a ser más responsables con la sociedad y el medioambiente.
*Por Priscilla Madrid.