La COP29 es la 29ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (UNFCCC), un foro global donde los países acuerdan estrategias para mitigar el cambio climático, adaptarse a sus impactos y movilizar financiamiento para la acción climática. Celebrada en Bakú, Azerbaiyán, esta edición abordó temas clave como financiamiento climático, mercados de carbono, adaptación y transparencia. Sin embargo, como ocurre a menudo en estas cumbres, su éxito dependerá de la implementación real de los compromisos alcanzados. Para México, un país altamente vulnerable al cambio climático y con un enorme potencial para liderar la transición energética, esta COP representa tanto una oportunidad histórica como una responsabilidad crítica.
Uno de los logros más destacados de la COP29 fue el acuerdo para triplicar el financiamiento climático público, pasando de 100 mil millones de dólares anuales a 300 mil millones para 2035. Además, el financiamiento combinado público y privado se incrementará hasta alcanzar 1.3 billones de dólares anuales en el mismo periodo. Este aumento de recursos representa una oportunidad invaluable para México, que necesita financiación para proyectos de mitigación, adaptación y transición energética. Sin embargo, el acceso efectivo a estos fondos requerirá estrategias claras y técnicamente sólidas. México deberá presentar proyectos que cumplan con los estrictos criterios internacionales, asegurando la transparencia en el uso de los recursos y priorizando a las comunidades más vulnerables.
La entrada en vigor del Mercado Global de Carbono, bajo el Artículo 6 del Acuerdo de París, marca un avance significativo en los mecanismos internacionales para reducir emisiones. Este sistema permitirá a los países comerciar créditos de carbono dentro de un marco regulado por la ONU, ofreciendo a México una doble ventaja: atraer inversiones extranjeras y financiar proyectos sustentables, como energías renovables y reforestación. México debe asegurarse de que los beneficios económicos derivados del mercado de carbono se reinviertan en soluciones sustentables y locales, priorizando a las comunidades afectadas y garantizando que este mecanismo no sea solo un paliativo, sino una herramienta real para reducir emisiones.
El fortalecimiento de los Planes Nacionales de Adaptación, aprobado en la COP29, subraya la necesidad de enfrentar los impactos climáticos de manera proactiva. Aunque México no se clasifica como un país menos desarrollado, enfrenta desafíos climáticos significativos, como huracanes más intensos, olas de calor prolongadas, pérdida de biodiversidad y estrés hídrico. Estas amenazas no solo ponen en riesgo a las comunidades más vulnerables, sino que también afectan la estabilidad económica del país.
México debe avanzar en la integración de estrategias de adaptación en sus políticas públicas, abordando las particularidades regionales. Soluciones basadas en la naturaleza, como la restauración de manglares y bosques, junto con inversiones en infraestructura resiliente al clima, son esenciales para reducir la vulnerabilidad y proteger tanto a las personas como a los ecosistemas. Además, estas acciones deben ser inclusivas, involucrando a las comunidades locales en su diseño e implementación.
Otro resultado clave de la COP29 fue el establecimiento de los fundamentos técnicos del Marco de Transparencia Mejorada, que busca garantizar que las acciones climáticas sean medibles, reportadas y verificables. Para México, este marco representa una oportunidad crucial para fortalecer su rendición de cuentas a nivel nacional e internacional. Presentar informes claros y detallados sobre emisiones, inversiones y avances en políticas climáticas no solo incrementará la confianza en los compromisos del país, sino que también fomentará la participación activa de la sociedad civil.
La transparencia es especialmente importante en el contexto de los crecientes fondos climáticos y mercados de carbono. México debe mostrar cómo una gestión transparente y eficiente puede maximizar el impacto de estos recursos y generar confianza en su capacidad para cumplir con sus objetivos climáticos.
La COP29 también avanzó en la integración de la perspectiva de género y en el fortalecimiento de la participación de la sociedad civil. México debe aprovechar estas directrices para garantizar que su estrategia climática sea inclusiva. Empoderar a mujeres, jóvenes y comunidades indígenas no solo es un imperativo ético, sino una estrategia inteligente para lograr soluciones efectivas y sustentables. Las voces de estos grupos deben estar en el centro del diseño y la implementación de políticas climáticas.
México externó su compromiso de alcanzar emisiones netas cero para 2050, un objetivo ambicioso que requerirá acciones inmediatas y sostenidas. Entre las prioridades están la eliminación gradual de subsidios a los combustibles fósiles, la aceleración de la inversión en energías renovables, la promoción de la movilidad sustentable y el impulso a la economía circular. Además, México debe alinear sus políticas climáticas con sus compromisos internacionales, integrando la lucha contra el cambio climático en sectores clave como la energía, la agricultura y la industria. Esto no solo incluye reducir emisiones, sino también demostrar que la transición energética es económicamente viable, genera empleos y mejora la calidad de vida de la población.
La lucha contra el cambio climático no puede esperar. La COP29 no es el final del camino, sino el comienzo de un nuevo capítulo que exige decisiones valientes, transformadoras e inclusivas. México tiene ante sí la posibilidad de demostrar que un futuro sustentable es posible. Cada acción cuenta, y el éxito dependerá de la colaboración entre gobierno, sector privado, sociedad civil y comunidades locales. Solo así podremos construir con justicia climática un México resiliente para las generaciones presentes y futuras.
Publicado originalmente en El Universal.