La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) anunció que estima que la economía nacional crezca 4 por ciento este año después de una expansión de 5 por ciento en 2021. Durante ese año, que fue de recuperación económica después de la caída abrupta en 2020, la recaudación se mantuvo casi sin cambios destacando una caída en los ingresos tributarios directos (ISR) y de los impuestos especiales (IEPS). Las finanzas públicas se beneficiaron de mayores ingresos petroleros en un año donde los precios del crudo crecieron. Aproximadamente el 30 por ciento de los ingresos federales provienen del petróleo. Además, casi se agotaron los fondos de estabilización y ahorro que había dejado el gobierno anterior para terminar el año con un superávit fiscal primario.
Sin embargo, para este año el entorno no es nada favorable. Si bien los precios del petróleo están subiendo, lo que generará mayores ingresos federales, los estimados de crecimiento económico se están revisando a la baja. De hecho, el consenso de analistas de la última encuesta Banxico estima que la economía crecerá 2 por ciento este año. Algunos bancos incluso han reducido dicho estimado a 1.5 por ciento anual. Esta fuerte desaceleración en el crecimiento nacional impactará en la recaudación tributaria lo que presionará a las finanzas públicas en el futuro.
El gobierno ha mencionado que no planea aumentar la deuda por lo que cualquier ajuste fiscal vendría de recorte al gasto público. En 2021, el gobierno registró reducciones reales en los rubros de educación (3.3 por ciento), transporte (16.4 por ciento), comunicaciones (44.8 por ciento), turismo (18.2 por ciento), ciencia y tecnología (10.4 por ciento) y asuntos económicos (11.8 por ciento). En contraste, el gasto en protección social se elevó en 14.5 por ciento y representó 1.5 veces el gasto en salud y educación en conjunto. Este gasto está relacionado con las transferencias monetarias del gobierno federal hacia ciertos sectores de la población.
Está muy claro que el gobierno federal continuará invirtiendo en sus obras de infraestructura hegemónicas y en el gasto social que le dan un alto nivel de aprobación con la población. Así, de existir presiones fiscales podríamos ver un sacrificio en inversión física directa nacional (no hegemónica) y en las participaciones hacia las entidades federativas. Además, ante un año de alzas en las tasas de interés se elevará el costo financiero del gobierno federal. Así, este año será difícil para las finanzas públicas. Un menor nivel de recaudación probablemente se verá reflejado en una caída en inversión productiva lo cual podría perjudicar aún más el estimado de crecimiento este año.
El autor es profesor de Economía y Finanzas de EGADE Business School.
Publicado originalmente en El Financiero.