El fuerte impacto de brexit afecta al Reino Unido de la manera más directa y profunda: la libra esterlina ya ha caído a su mínimo en 30 años, el primer ministro del Reino Unido ha renunciado y el país enfrenta no solo una retirada dolorosa y desordenada de la UE, sino también la posible desintegración del propio Reino Unido, además del gigantesco reto de curar una sociedad profundamente dividida por el rencor y el veneno que caracterizó la campaña del referéndum. El caos también se ha adueñado de del “gabinete en la sombra” de la oposición laborista, que ha sufrido la renuncia de 45 diputados. Pase lo que pase, el Reino Unido nunca volverá a será igual. Ni la UE, porque el divorcio traumático del segundo mayor socio económico va al corazón de una visión de Europa de integración y cohesión construida sobre la base del interés económico, social y político común. Brexitseñala una tendencia hacia una mayor fragmentación global: se puede ver como un voto en contra de una sociedad más integrada, un voto en contra de una sociedad abierta y un retorno a una sociedad basada en un aislamiento y el proteccionismo. A la sazón, ¿qué significa la decisión británica para la UE, EEUU y el resto del mundo?
Brexit es un paso atrás para el "sueño europeo", cuyo optimismo ha sido reemplazado por escepticismo. La UE ha enfrentado una embestida tras otra que ha situado hasta su estructura y gobierno bajo una presión sin precedentes. Hace una década, la UE se embarcó en el mayor y más ambicioso programa de expansión de su historia, al que sobrevino la Gran Recesión de 2008-2009 y una recuperación económica muy lenta y difícil. Las medidas de austeridad han pasado factura, continúa la resaca de la crisis de la deuda griega, altos niveles de desempleo se enquistan y la región está viviendo una crisis migratoria sin precedentes, además de una discrepancia creciente de los ciudadanos con el enfoque burocrático de la UE de total integración.
Mientras tanto, es probable que persista la incertidumbre económica mundial post-brexit, alimentada por las cuestiones constitucionales que se enfrenta el Reino Unido, la posibilidad de un contagio político (o "nexit") a otros estados de la UE, el aumento de la desintegración y el aislamiento, y el impacto en las elecciones presidenciales de EEUU. Las antiguas certidumbres se están desvaneciendo y se está estableciendo un nuevo orden mundial incierto. Los mercados anhelan estabilidad, pero acechan riesgos potenciales detrás de todas estas incógnitas, también en América Latina.
Ante el brexit, los mercados financieros globales reaccionaron con rapidez y América Latina no queda intocable en el corto plazo, ni tampoco será inmune a sus posibles efectos secundarios. La reacción inmediata fue una fuerte caída en el peso mexicano, que se desplomó 7.1% frente al dólar, cotizando a un mínimo histórico de 19.50 pesos. El Banco de México ha garantizado que México cuenta con los recursos financieros para defender el peso de los especuladores, y es probable que aumente la tasa de interés el próximo 30 de junio. Asimismo, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, anunció un recorte en el gasto federal de 31,7 millones de pesos (1.6 mil millones de dólares) como medida de estabilidad.
Con un contexto mundial incierto, los inversores de los mercados emergentes buscan refugio en activos más seguros. En América Latina esto significa un flujo de inversiones más lento y escaso, que afectará a nuestro panorama económico. Así que México probablemente se verá afectado por impactos más amplios del mercado financiero global, flujos de inversión extranjera directa más débiles, y, por supuesto, el impacto de brexit en los EEUU, principal socio comercial de México.
Hay claros paralelismos políticos entre EEUU y el Reino Unido: la misma retórica populista se ha afianzado en segmentos importantes de la población de Estados Unidos, que sin duda se sienten aislados o creen que han sido abandonados por la globalización. La desvinculación global de Estados Unidos, en un grado mayor o menor, es un tema clave en el discurso de campaña presidencial de EEUU. No son ningún secreto los planes del virtual candidato republicano de levantar un muro en la frontera, imponer aranceles elevados, rescindir el NAFTA junto con otras alianzas comerciales, retirarse del compromiso militar global y deportar a los mexicanos indocumentados. El probable candidato demócrata se ha referido a la necesidad de renegociar acuerdos que son beneficiosos para el pueblo estadounidense, y se ha opuesto a muchos aspectos del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TTP). Alentados por el brexit en el Reino Unido, puede crecer el sentimiento de los EEUU hacia un mayor nivel de proteccionismo y anteposición del interés propio.
México se enfrenta a estos nuevos retos sin dejar de lidiar los problemas existentes: el impacto de la depreciación del peso, los menores precios del petróleo y el lento crecimiento económico, así como la dependencia comercial de su vecino. En el contexto post-brexit, es oportuno que México redoble sus esfuerzos para mejorar su capacidad competitiva, erigir su innovación y diversificar de manera significativa su comercio e integración con el resto del mundo.