Por cada Batman un Guasón

Artículo publicado en la columna Riesgo y Valor del periódico Reforma

La pandemia aceleró tendencias que existían ya, pero hay una en particular que transforma -y a la vez inquieta- más que otras hacia el largo plazo (que es cuando el daño por goteo es irreversible): la digitalización de todos los aspectos de la vida (tanto en la familia, en la persona y en los negocios). Los encierros obligaron a ello, claro, pues ahora se abrió la puerta a la convicción de que es posible vivir electrónicamente y relegar lo físico/análogo a minucias.

Los defensores de esta tendencia -a quienes me suscribo igualmente- apuntan a la productividad y la eficiencia que se logra por la vía digital. Blockchain por ejemplo, facultará rastrear la veracidad de todas las operaciones, contratos y expedientes de comercio, salud, producción y finanzas de toda índole y de cualquier nacionalidad. El cúmulo de herramientas dentro de lo que han llamado el "internet de las cosas", permitirá verificar que los procesos físicos de, bueno, todas las cosas, se estén llevando a cabo en tiempo y forma, prácticamente sin ojo ni mano humanos.

El hecho además, de que casi el mundo entero (el 80% en países de la FOÉ y poco más del 50% en países emergentes) tenga acceso a internet, quiere decir que son compradores potenciales de todo lo que ellos mismos pueden vender, según sus carismas y habilidades y de niñez a vejez (¿que no son insoportablemente tiernos los videos de niños y viejos bailando y cantando y haciendo infinidad de trucos? Y, ¿no se han hecho millonarios muchos de ellos?).

Estas tendencias han llevado a una conciencia social también más dinámica en esa población -cerca de 4.6 billones de personas activas, el 90% a través de teléfonos móviles- lo cual, aún dentro de los elementos positivos de esta transformación, empuja al y exige el accountability de las instituciones públicas y privadas usando el poder que da el volumen y el voto.

Pero así como hay manojos de cizaña por cada cual de trigo y no hay un Batman sin antes haber un Joker, la digitalidad ha traído un rosario de clamores de reguladores, conservadores e incluso de la gente común pues, para cualquiera en el mapa político o ideológico, una nueva tecnología debería añadir siempre mejoras prácticas y económicas sin restar virtud al aspecto de la vida a la que reforzó: precios más bajos, mayor eficiencia y seguridad, comodidad, tamaño, durabilidad, etc.; con beneficios que se cosechen tanto en el corto, como en el medio y largo plazos, así para oferentes y consumidores.

No obstante, la vida electrónica se desborda más y más con opciones que ofrecen más bien la proverbial "recompensa inmediata", amenazado con erosionar y en casos hasta destruir valores que costará mucho restablecer de nuevo. La lista es amplia y conocida, por lo que me enfocaré en el más preocupante, que es el de la paciencia.

Si al ras, somos nuestro peor momento, entonces todos deseamos la mayor diversión con el menor sufrimiento, aunque la madurez consista en ir añadiendo a capas tolerancia de lo contrario, pues es solo así como somos útiles y apreciables a los demás. Por el contrario, y a la luz de una penosa y universal escasez de la madurez mencionada, en el universo digital irán ganando la mayor popularidad, los productos que puedan empaquetarse en formatos cortísimos, lo más divertido posible sin reparar en la densidad y calidad del contenido necesario para lograr un objetivo loable.

Quizás puedas aprender a cocinar lasaña en tres minutos -o aspectos de ello-, pero ¿no sería peligroso aprender a escalar el Mont Blanc en 5 minutos? Y para el mundo de las finanzas, ¿aprender sobre un próximo crash de la bolsa, por boca de un youtuber? La gratificación instantánea no es una razón justificable ni sostenible para consumir y el mundo recibirá una gravosa factura por abrazarla.

Según las películas de Nolan, los guasones están latentes, Batman solo los despierta. Así en el mundo digital el vicio ya existía, pero la herramienta -ni buena ni mala- ha dado ancho canal para que aflore y, pasarán décadas para encontrar la medicina en la dosis correcta.

Artículo publicado originalmente en Reforma.

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