El conflicto comercial entre los Estados Unidos de América y China está provocando la migración de empresas asiáticas hacia países más cercanos a su cliente final. Este conflicto, aunado a los problemas logísticos que experimentó China durante y después del COVID, y el Tratado de Libre Comercio con EE. UU., Canadá y México, son factores fundamentales que están detonando una mayor inversión manufacturera en México.
Según el Banco de México, la inversión extranjera directa en los primeros nueve meses del año suma alrededor de 20 mil millones de dólares (mmd) y la mayoría relacionada con el sector manufacturero como resultado del nearshoring.
Sin embargo, esta cifra es menor al envío de remesas que en el mismo periodo de tiempo sumó 46 mmd (más del doble que la inversión extranjera directa). El componente más importante en la atracción de divisas son las exportaciones responsable de influjos de 430 mmd. Así, es importante poner el proporción la relevancia de la inversión extranjera directa como motor de crecimiento en el país. No solamente es una fracción de la inversión total sino que esta última está deprimida.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) publicó esta semana el indicador mensual de la inversión fija bruta donde se reportó una caída mensual de 0.9 por ciento en septiembre. Pero más alarmante aún es observar como dicho indicador se mantiene 6.3 por ciento por debajo de su nivel pre pandemia y parece haberse estancado.
La inversión es el componente más importante para detonar crecimiento futuro. El pobre desempeño de la inversión es resultado de políticas federales que están ahuyentando a la inversión productiva como la cancelación de proyectos y políticas estatistas como la energética.
Lo anterior se observa en la pobre reinversión de utilidades en el país y el bajo interés de invertir. De 2018 a la fecha se han deslistado 8 empresas de la Bolsa Mexicana de Valores y solo se ha registrado una nueva. Así, todo el interés en México se centra en su cercanía con EE. UU. y las ventajas de seguir maquilando con una mano de obra barata.
Esta ventaja competitiva es limitada por dos factores. Primero, porque pronto los procesos manufactureros serán automatizados y, segundo, porque los costos energéticos de un sistema estatizado con el mexicano se elevarán comparados con los de un sistema de libre mercado de EE. UU.
Sin un plan B la economía mexicana sufrirá de un estancamiento económico generacional que elevará muchísimo más la pobreza y por ende la inseguridad. Además, no se tiene el escape social de la década del 2000 que fue la migración hacia EE. UU. donde alrededor de 11 millones de mexicanos pudieron escapar del círculo de pobreza estructural.
El autor es profesor de Economía y Finanzas de EGADE Business School.
Publicado originalmente en El Financiero.