Esta semana Janette Yellen, la secretaria del Tesoro de los Estados Unidos mencionó que la Reserva Federal de ese país podría comenzar a subir tasas de interés moderadamente debido a presiones al alza a la inflación. Un par de horas después de disculpó ya que sus comentarios provocaron una fuerte caída de los mercados financieros. La Reserva Federal, liderada por Jerome Powell, ha defendido la postura acomodaticia por un periodo prolongado de tiempo incluso con algunos comentarios de varios miembros de la Fed que sugieren que estarían dispuestos a tolerar una inflación mayor a su objetivo (2%).
Sin embargo, cada vez los argumentos a favor de mantener la tasa de interés objetivo en niveles históricamente bajos son menores. Primero, porque la demanda agregada en EUA está creciendo a tasas elevadas.
El FMI pronostica una expansión en ese país de alrededor de 6.4 por ciento anual, incluso algunos analistas ven un crecimiento mucho mayor, cercano al 7 por ciento. Segundo, porque los apoyos fiscales están impulsando al empleo, en abril se crearon cerca de 800 mil empleos y la tendencia es al alza. Tercero, porque la aceleración de la demanda agregada aunada a bajas tasas de interés están incrementando los precios de muchos commodities los cuales anticipan mayores precios al consumidor en el futuro.
Por último, porque el programa de infraestructura de ese país es muy ambicioso calculado en cuatro billones de dólares el cual impactará positivamente en las tasas de crecimiento en el mediano plazo.
Para México, las decisiones que tome la Fed impactarán en la economía real y en el sector financiero, sobre todo cambiario. Si las expectativas de mercado sugieren un alza en las tasas de interés en EUA se comenzará a observar un reacomodo de portafolios de economías emergentes hacia EUA. Lo anterior implicará la desvalorización de las monedas emergentes lo que elevará los costos de los insumos importados lo cual eventualmente se reflejará en una inflación generalizada.
Así, ante este entorno Banxico tendría que actuar de la misma forma que la Fed para mantener el diferencial de tasas de interés. El problema de ello es que la única herramienta en México que está impulsando a la demanda agregada es la política monetaria. La tasa de interés cayó en cerca de la mitad en 2020. En el mismo periodo de tiempo la política fiscal fue de solamente 1 por ciento de PIB.
Las buenas noticias es que el dinamismo de la economía de EUA alcanzará para dinamizar a la economía mexicana, no solo por el sector externo, sino con la demanda interna. El aumento importante en el consmumo de bienes durables en EUA elevará las exportaciones manufactureras mexicanas mientras que el persistente crecimiento del envío de remesas, por los apoyos fiscales en ese país, y la reactivación del turismo hacia México, serán los catalizadores de un mayor crecimiento de la demanda interna.
Publicado originalmente en El Financiero.