La economía global se encuentra en desaceleración por diversos factores tanto estructurales hasta geopolíticos. La pandemia observó un episodio de excesiva liquidez destinada a mitigar el impacto adverso de la contracción de la actividad económica global. La mayoría de los bancos centrales redujeron la tasa de interés para incentivar el consumo y el crédito. Una de las consecuencias fue el impulso de la demanda agregada lo que elevó los precios al consumidor. Ello, aunado al retraso logístico de las proveedurías manufactureras en China por el confinamiento de su economía, y el crecimiento de los precios de los commodities y energéticos por el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, presionaron a la inflación al alza.
Los problemas se han agravado conforme ha avanzado el año. La guerra entre Rusia y Ucrania se ha prolongado más de lo esperado generando problemas en la generación de energía en Europa. La inflación en muchos países europeos superó récords y continúa elevándose. La probabilidad de una recesión en Europa es cada vez mayor. El Banco Central Europeo tiene el problema de una elevada inflación y la desaceleración económica de la región. Así, no ha podido ser tan contundente con las decisiones de política monetaria lo que ha debilitado al euro.
La economía china también está teniendo problemas, sobre todo de endeudamiento de su sector inmobiliario, lo que está perjudicando la liquidez del sector financiero. Aunado a ello, los conflictos geopolíticos y comerciales con EE. UU. está impactando a su sector exportador. Finalmente, China tiene un problema estructural de mano de obra a raíz de su política de un hijo por familia que está perjudicando a su sector laboral. Como respuesta a estos problemas, el Banco Central Chino está reduciendo la tasa de interés para darle liquidez al sector financiero e impulsar a la demanda agregada.
Los problemas en China y Europa contrastan con la economía de EE. UU. Si bien, ese país entró técnicamente en recesión (dos trimestres consecutivos de decrecimiento trimestral), su economía continúa siendo muy resiliente. El mercado laboral es sólido, se están generando empleos cada mes y la tasa de desempleo se mantiene en niveles muy bajos. La economía se espera crezca arriba de 2 por ciento en el tercer trimestre y la tasa de inflación cayó de junio a julio. De continuar con esta tendencia en agosto, la Reserva Federal podría ser más flexible en su política de aumento de tasas lo que le daría mayor respiro a la actividad económica.
Además, la incertidumbre económica global y el ciclo de alza de tasas de interés de la Fed está fortaleciendo al dólar que está rompiendo récords contra el euro, la libra esterlina y otras monedas que tradicionalmente tenían mayor valor. Así, la economía de EE. UU. está demostrando ser muy resiliente, sobre todo comparado con China y Europa. Estas buenas noticias económicas le pueden dar momentum al partido demócrata en las siguientes elecciones federales.
El autor es profesor de Economía y Finanzas de EGADE Business School.
Publicado originalmente en El Financiero.