Juegos Olímpicos y empresas: La clave está en la diversidad del talento

Los Juegos Olímpicos de Tokio han dado una excelente muestra de lo que está ocurriendo en el mundo con la atracción de talento

“Dondequiera que los más talentosos elijan emigrar es donde surgirán los próximos imperios económicos”, escribió Jim Clifton, de Gallup, hace diez años en The Coming Jobs War. En este sentido, si bien las olimpiadas son una exhibición internacional de excelencia y esfuerzo humano, lo son también sobre la importancia de la identificación, atracción y desarrollo del talento, venga de donde venga.

La industria deportiva lleva años sobreponiéndose a retos migratorios y de pasaporte para atraer al mejor talento, como también haciendo scouting entre su población para detectar a jóvenes sobresalientes. Sin embargo, en épocas recientes la caza internacional del talento se ha acelerado, llegando a todos los sectores.    

Y de nuevo, los Juegos de Tokio han sido una excelente muestra de lo que está ocurriendo en el mundo. Ahí tenemos a la estadounidense Simone Manuel, la primera nadadora negra en ganar el oro; Mary Hanna, quien a sus 66 años es la segunda mujer de mayor edad en la historia compitiendo en representación de Australia en equitación; la joven siria Hend Zaza, quien descubre tardíamente un talento excepcional para el ping-pong y representa a su país en medio del conflicto bélico que lo envuelve.

Conmovedoramente, los Juegos de esta olimpiada han introducido por segunda vez -la primera fue en Río 2016- a un equipo de refugiados sin patria oficial, conformado por atletas de Irán, Siria, Afganistán y Sudán del Sur. Son quizás el recordatorio más evidente de que ni la humanidad ni el talento tienen denominación de origen. Como tampoco identidad sexual: Tom Daley en natación se presenta oficialmente como atleta LGBT, y tenemos a Laurel Hubbard, de Nueva Zelanda, en halterofilia, compitiendo como mujer trans. En soccer femenil juega en el equipo canadiense Quinn, quien nació mujer, pero no se identifica con género alguno.

Entre los casos de adopción del talento está Israel, tomando a Tachlowini Gabriyesos, oriundo de Eritrea, para carreras, y la gimnasta Oksana Chusovitina -también entre las atletas de mayor edad-, quien en su adolescencia compitió en los juegos de Moscú 84 y ahora lo hace en Tokio. Ella ha representado a la URSS, Alemania -fruto de un acuerdo para que ese país brindara atención médica a su hijo- y ahora su natal Uzbekistán. O Sky Brown, una joven atleta en la competencia de patineta con doble pasaporte, quien fue invitada a competir por sus dos países: Japón y Reino Unido.

Es importante notar que el cuidado del talento también implica atender el entorno personal que lo rodea. La corredora Allyson Felix, campeona penta-olímpica estadounidense, anunció al principio un patrocinio de la firma Athleta para apoyar económicamente a madres atletas que tuviesen dificultad para dejar cuidados a sus hijos mientras ellas competían. (Sorprende que este apoyo haya tenido que venir de un patrocinador corporativo y no, en muchos casos, de los propios gobiernos de los atletas.) El anuncio fue naturalmente bien recibido y un golpe mediático muy positivo a favor de Felix y su patrocinador.

Talento y éxito nacional: ya lo decía Clifton. El 35 por ciento de los residentes de Silicon Valley, por ejemplo, nacieron fuera de los EUA y hasta el 60 por ciento de los trabajadores de informática, matemáticas, ingeniería y arquitectura de la región también son extranjeros. Con la acumulación de medallas en estas olimpiadas por China, Estados Unidos, Japón, Australia, Rusia -pese a su penalización por doping– y Reino Unido, queda claro quiénes están compitiendo seriamente por las preseas… del talento, venga de donde venga.

El autor es director de EGADE Business School sede Ciudad de México.

Artículo publicado originalmente en Alto Nivel.

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