La inflación en la primera quincena de noviembre se ubicó en 7.05 por ciento, su nivel más alto desde 2001. Al interior, la inflación subyacente continuó con su tendencia al alza debido, principalmente, a la aceleración de los precios de las mercancías. Los cuellos de botella que se observan en la producción de insumos en Asia están encareciendo los productos finales del país. Más del 70 por ciento de los insumos manufactureros del país son extranjeros y muchos provienen de Asia.
Las presiones inflacionarias son globales. La mayoría de los países están sufriendo el impacto post-Covid de las disrupciones en la producción y su impacto en el alza de precios de bienes finales. Además, los precios de los energéticos están en niveles muy altos debidos a choques de oferta, por ejemplo, en los precios del gas. Estos dos factores están provocando un dolor de cabeza a los bancos centrales en el mundo.
Así, la mayoría de los bancos centrales en el mundo están adoptando posturas de política monetaria menos acomodaticia. México no ha sido la excepción y ha elevado la tasa de interés a lo largo del año. Ante las persistentes presiones inflacionarias, sobre todo de la inflación subyacente, es probable que Banxico continúe elevando la tasa de interés objetivo. Es preocupante que las expectativas inflacionarias de mediano plazo se han desanclado y se espera una inflación elevada por un periodo más largo que lo esperado. Banxico espera que la inflación converja hacia el centro de la meta en 2023.
Es importante que Banxico no quite el dedo del renglón y continúe con su postura de política monetaria más restrictiva. Si bien la inflación proviene, principalmente por choques de oferta, es importante que se contengan presiones por el lado de la demanda que, en caso contrario, podría perjudicar aún más a las expectativas inflacionarias. Además, si consideramos que la tasa de interés neutral se ubica en alrededor de 5.5 por ciento, existe espacio para elevar la tasa sin impactar adversamente a la economía. La inflación es el impuesto más dañino para las familias, sobre todo a las familias con los ingresos más bajos, ya que destinan más recursos al gasto corriente.
Por último, será importante que el próximo gobernador del Banco de México esté consciente del desanclaje de las expectativas inflacionarias y de la necesidad de continuar restringiendo la oferta monetaria para mitigar mayores presiones inflacionarias. En caso contrario podríamos experimentar los efectos adversos en la moneda y capitales que actualmente sufre Turquía.
El autor es profesor de Economía y Finanzas de EGADE Business School.
Publicado originalmente en El Financiero.