¿Es el carro eléctrico sustentable?

La respuesta depende de qué entendemos por sustentable

Es bien sabido que un vehículo eléctrico (VE) contamina mucho menos en su vida media de uso que uno de combustión interna (CI). Pero hay que ser cautos en afirmaciones categóricas como que… ¡El auto eléctrico es totalmente sustentable!

Desde una visión sistémica de sustentabilidad, el VE debe cumplir con los 3 ejes del ecosistema natural. Las necesidades sociales que resuelve, el impacto ambiental que crea su producción y uso, y el beneficio económico que genera.

Impacto ambiental. Comparando el ciclo de vida del VE, o sea desde la proveeduría de materias primas, manufactura, ensamble, distribución, mantenimiento, reparación, y su deposición (incluyendo la batería) a lo largo de su vida (sin incluir combustible para su uso) es de aproximadamente 25% mayor en Kg de emisiones de CO2 en el VE que el CI (EPA, 2020/21). Esto debido principalmente a la batería y el impacto ambiental de los minerales. Estas cifras son muy variadas, y las emisiones en un VE podrían llegar a ser 43% mayor que en un CI.

Si a esto agregamos el consumo de energía (empleada en producción, baterías y en el gasto de energía o combustible) tenemos las siguientes cifras:

Emisiones de un VE vs un CI usando energía de mezcla fósil y carbón (gramos de CO2 por Km): Nissan Leaf (62Kwh): 293 gr/Km; el Fiat 500: 311 gr/Km

No se ve mucha diferencia cuando las energías son fósiles, mientras que cuando se usan energías bajas-en-carbono tenemos otros datos: Nissan Leaf: 40 gr/Km; el Fiat 500: 280 gr/Km Aquí hay una gran diferencia del EV contra el CI.

También en las emisiones de CO2 producidas, vemos una notable diferencia: Nissan Leaf genera, aproximadamente, 30 tons CO2 mientras que el Fiat 500 genera 65 tons CO2 en su vida media de uso.

Beneficio económico. Hasta el momento va el VE en ventaja, sin embargo, en una producción sustentable, se deben de incluir en los costos de los VE: el secuestro, almacenamiento y remediación del CO2, la huella ecológica de la extracción, de la deposición y reproceso de las baterías.

El VE es más costoso, aunque actualmente la sustitución de las baterías, en promedio es de 8 años dependiendo de su uso. Aun así, ya hay decenas de miles de toneladas de baterías que están en depósitos esperando ser remanufacturadas, esto es alarmante. Aunque se han promovido nuevas startups, el inconveniente es la huella que deja el transporte de residuos hacia los centros especializados de conversión.

Impacto Social. El VE personal no resuelve socialmente prácticamente nada pues sustituirá, en el mejor de los casos, al CI actual, manteniendo el caos vial de la mayoría de las ciudades donde ya existe, y empeorando cada día más la calidad de vida de la población, que requiere largas horas en el transporte diario. Si no se masifica el transporte público electrificado, el EV no propicia ninguna mejoría a la calidad de vida de la población.

Para que el VE y el vehículo autónomo (que consume gran cantidad de energía de cómputo-comunicaciones) sean una verdadera solución sistémica y sustentable al crecimiento de una ciudad, se tienen que cumplir varios factores clave: a) La totalidad de producción de energía que utilicen (para producción, carga y computación-comunicaciones) debe ser generada a partir de fuentes limpias y renovables; b) Se debe extender el sistema de puntos de contacto eléctrico, sin estresar significativamente la red eléctrica, lo cual puede desmejorar la calidad del servicio urbano; c) Se debe mejorar notablemente la administración de desechos de todo el ciclo de vida de toda la industria automotriz; d) Aunque sea utópico y muy costoso, se deben rediseñar las ciudades para que el sistema de transporte público electrificado, los estilos y ubicación del trabajo, sean lo suficientemente efectivos para sustituir y eliminar en gran parte el uso del auto; e) En general, se debe desacoplar el desarrollo económico generado por toda la cadena de manufactura de la industria automotriz, del daño ambiental y del desequilibrio que puede causar al bienestar de la población, hasta lograrse una industria 0-emisiones, 0-desconfort, para todos.

Este es un buen ejemplo que muestra que es clave “para el bienestar de todos” que desde el diseño de un producto se tenga una visión sistémica centrada en el individuo, de las implicaciones que éste puede tener sobre toda la cadena extendida de producción y uso de la cuna a la cuna, dentro del contexto socio-ambiental-económico de una región.

Las estrategias de negocio cambian cuando pensamos en sistemas y en una economía circular de la biodiversidad, como proponen diversos investigadores. Es pasar de producir y vender un vehículo, a cómo integrar el concepto de electrificación en el “sistema de transporte, para mejorar el bienestar social, reducir el daño ambiental, y que todo sea económicamente viable y competitivo.”

El autor es profesor emérito de EGADE Business School.

Artículo publicado originalmente en El Financiero.

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