Esta semana el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) publicó las cifras de la inversión fija bruta para el mes de septiembre la cual decreció 16 por ciento anual. Con ello se ligan 20 meses de caídas consecutivas, es decir, que la inversión está deprimida desde antes del Covid. La explicación es clara, la falta de certidumbre para los inversionistas debido a algunas acciones de política económica del gobierno federal. Entre estas acciones está la cancelación del aeropuerto de la CDMX, la cancelación de la cervecería en Mexicali y la suspensión de las subastas petroleras entre otras.
La inversión debiera estar creciendo dado que las tasas de interés han seguido una trayectoria descendente desde hace un par de años. Además, la reciente implementación del TMEC debería estar atrayendo fuertes cantidades de inversiones al país. Sin embargo, la inversión continúa cayendo fuertemente.
La inversión no solo es un componente esencial de la demanda agregada, sino que es el factor que fomenta el crecimiento potencial de una economía. Es decir, la inversión en el largo plazo aumenta la capacidad productiva de un país para poder producir más bienes y servicios. Los componentes clave para elevar el crecimiento potencial de un país son, el capital físico, capital humano y los avances tecnológicos.
La desaceleración de la inversión fija bruta implica que se está destruyendo capital físico persistentemente lo que probablemente implicarán menores tasas de crecimiento en el futuro. Recordemos que el promedio de la inversión a PIB durante las últimas dos décadas es de aproximadamente 20 por ciento del PIB que representó una tasa de crecimiento económico promedio de 2.5 por ciento anual. Actualmente, la inversión representa solo el 17 por ciento anual y el crecimiento esperado (potencial) de mediano es probable que se ubique en niveles inferiores al promedio histórico.
Sin la reactivación de la inversión la recuperación económica de mediano plazo será más lenta y gradual de lo esperado. Además, se crearán menos empleos de los necesarios para satisfacer la demanda laboral en el país. Si esto le agregamos el muy bajo nivel educativo (capital humano) y la pobre inversión en ciencia y tecnología (solamente el 0.3 por ciento del PIB cuando el promedio de la OCDE es de 2.5 por ciento), se tiene la mezcla perfecta para reducir el crecimiento potencial.
Para finalizar, la inversión privada representa más del 80 por ciento del total, es decir, la inversión pública no podrá compensar la fuerte caída de la inversión privada. El mensaje es claro, urge la reactivación de la inversión, un termómetro esencial para estimar el crecimiento de la economía en el futuro.
Publicado originalmente en El Financiero.