El nearshoring, la estrategia de trasladar operaciones empresariales a países cercanos al mercado de consumo final, se ha potenciado en los últimos años por factores geopolíticos, la disrupción de cadenas de suministro (fundamentalmente por la pandemia del Covid-19) y por la reducción de costos, la mejora en la eficiencia logística y la respuesta veloz a las demandas del mercado. Sin embargo, mientras expande su atractivo entre las empresas, surge la pregunta: ¿cómo asegurar que sea sustentable? Esta práctica ofrece varias ventajas, como la proximidad geográfica y la reducción de los tiempos de envío y costos de transporte.
También permite más flexibilidad ante cambios en la demanda y facilita la comunicación y el control de las operaciones extranjeras. En un mundo postpandemia, que necesita resiliencia en las cadenas de suministro, se vuelve una alternativa empresarial estratégica para minimizar riesgos y maximizar eficiencia.
No obstante, el nearshoring representa desafíos significativos en sustentabilidad ambiental y 2 CO2 HIII social. El impacto ambiental de trasladar operaciones puede ser considerable si no se implementan prácticas sostenibles. La construcción de naves industriales, de vivienda, un mayor consumo de agua y electricidad, mayor generación de residuos y contaminantes, así como mayores problemas viales, son sólo algunas de las preocupaciones al respecto.
Esto, sin ignorar la dimensión social, debido a que, al trasladar sus operaciones, las empresas deben contribuir al desarrollo económico y social de las comunidades locales, garantizando condiciones laborales justas y promoviendo la inclusión social, además de que la migración de talento, de requerirse, debe ser ordenada, para evitar presiones sociales.
Para que el nearshoring sea benéfico a largo plazo debe adoptarse un enfoque sustentable que equilibre los intereses económicos, ambientales y sociales. Las empresas deben comprometerse a producir limpiamente, con mínimo impacto ambiental, lo que incluye el uso eficiente de energía y recursos, la reducción de emisiones y el adecuado manejo de desechos.
En el aspecto social, las empresas deben garantizar condiciones de trabajo dignas y justas, con respeto a los derechos. Además, deben invertir en el desarrollo de las comunidades mediante educación, salud y otras áreas que mejoren la calidad de vida.
En cuanto al papel de los Gobiernos, a través de políticas públicas que incentiven prácticas empresariales responsables y regulen el impacto ambiental y social de la producción, pueden ayudar a crear un entorno favorable para un nearshoring sustentable, incluyendo la implementación de estándares ambientales, la promoción de la economía circular y el apoyo a la innovación tecnológica industrial.
El nearshoring representa una oportunidad para las empresas y los países que lo capitalicen, pero su efectividad a largo plazo descansa en que sea sustentable social, económica y medioambientalmente.
El autor es Decano Asociado de Investigación de la Escuela de Negocios y EGADE Business School.
Artículo publicado originalmente en Las Empresas Verdes.