El presidente de la República anunció recientemente que Arturo Herrera, actual secretario de Hacienda, será el sustituto de Alejandro Díaz de León, como gobernador del Banco de México. En su lugar eligió a Rogelio Ramírez de la O quien hasta hace poco se desempeñaba como asesor económico del presidente.
Rogelio es un economista reconocido a nivel mundial que cuenta con un doctorado en economía en la Universidad de Cambridge y ha trabajado en diversos think tanks. Ahora que empiece su mandato tendrá una tarea de suma importancia y que ha dejado mucho que desear en el pasado, una reforma fiscal integral.
México tiene una de las tasas más bajas de recaudación si se compara con países de la OCDE o incluso en América Latina. Según esta misma organización, México recauda cerca de 16.5 por ciento del PIB que contrasta con un promedio de países de la OCDE de 33.8 por ciento.
México se encuentra incluso por debajo del promedio de los países de América Latina y del Caribe que tiene un promedio de recaudación de 22.9 por ciento del PIB. Por orden de mayor a menor los países de Brasil, Argentina, Bolivia, Honduras, El Salvador, Chile, Colombia y Perú, recaudan 33.1, 28.6, 24.7, 23.6, 21.9, 20.8, 20.7, 19.7 y 16.6 por ciento del PIB, respectivamente.
El problema fiscal en México no es nuevo. Durante el sexenio de Vicente Fox se trató de reformar el sistema fiscal tratando de ampliar la base tributaria, propuesta que fue rechazada por el congreso de la unión. Recordemos que más del 50 por ciento de la población está en la informalidad y por ende no contribuyen al erario público.
A este factor hay que añadirle que los alimentos, medicinas y libros de texto no están gravados por el IVA. La solución histórica para combatir este problema ha sido proponer la homologación del IVA para todos los bienes y servicios.
Si bien, los impuestos indirectos son regresivos, es decir, afectan más a las personas con menores ingresos, un incremento en la recaudación federal podría tener un impacto muy positivo en la población. A cambio de cobrar este impuesto el estado podría ofrecer seguridad universal, es decir, servicios médicos gratuitos, educación de calidad y otros seguros sociales como el de desempleo. Estas medidas se utilizan en países desarrollados para cubrir las necesidades básicas de la población.
Otra manera de resolver el problema es elevando la tasa de impuestos, medida que, por cierto, ya fue descartada por el presidente. El problema es que México ya cobra tasas impositivas muy altas, sobre todo considerando el sector corporativo.
La tasa impositiva de este sector en México es de 30 por ciento comparado con el promedio de 21.8 por ciento en los países de la OCDE. Si estudiamos la curva de Laffer, del famoso economista estadounidense Arthur Laffer, los aumentos en las tasas impositivas de por sí altas puede generar incentivos hacia la evasión o elusión fiscal provocando el efecto contrario deseado en la recaudación.
Así, la labor del futuro secretario de Hacienda es monumental. Si realmente quiere cumplir los deseos del presidente y no elevar los impuestos, se debe aumentar la base tributaria. Lo anterior se podría hacer homologando el IVA a todos los bienes y servicios. Esta propuesta se ha tratado de implementar por décadas sin suerte, ¿será diferente en esta ocasión?
Publicado originalmente en El Financiero.