¿Los mexicanos podemos realmente llegar a ser consumidores comprometidos con el ambiente? ¿Podemos en verdad comportarnos de manera responsable y cuidar los recursos naturales de los que se supone somos custodios? En el estudio “Who Cares, Who Does? Latam 2021″, la empresa líder en estudios de mercado Kantar World panel señala un incremento del segmento de mexicanos preocupados por el medio ambiente y que realizan acciones para reducir sus residuos (18%); sin embargo, sigue siendo alarmante la cifra de consumidores que tienen poco o ningún interés en temas ambientales y no llevan a cabo ninguna acción para ayudar al planeta (43%).
¿Cómo despertar a esa otra mitad de consumidores mexicanos frente al problema ambiental? En las últimas décadas hemos recibido continuamente datos duros sobre el deterioro ambiental y lo ineficaces que seguimos siendo los individuos para abordar el problema. La verdad es que si es un desafío conducirse amigablemente con el ambiente porque tenemos hábitos muy arraigados y no tenemos el valor de cambiarlos, por el sobreprecio de la mayoría de los productos ecológicos y por la insuficiencia de infraestructura para disponer adecuadamente de los residuos, entre otras razones.
Pero, como sociedad mexicana, tenemos que entender la conexión que existe entre el problema ambiental con el sistema económico, social y cultural de un país. De acuerdo con la ONU, las inundaciones y sequías producidas por el cambio climático afectan diversos aspectos del planeta, como por ejemplo los cultivos y actividades agrícolas de los hombres y, por ende, los precios de los alimentos se encarecen. Debido a las consecuencias de la deforestación, los terrenos que en otro momento fueron fértiles ya no podrán serlo, así que es probable que empiecen a escasear frutos y vegetales que antes se daban en abundancia. La escasez de alimentos y la disminución de abastecimiento de agua por habitante acentúan la violencia entre sus miembros porque aumenta la brecha de desigualdades. La contaminación ambiental atmosférica tiene afectaciones en la salud, y así podríamos continuar.
¿Qué podemos hacer entonces nosotros, los consumidores mexicanos, para preservar nuestros recursos naturales y aminorar los impactos del deterioro ambiental? Identificando los límites entre lo que necesitamos y lo que deseamos. La mejor manera de no contaminar es no consumir, pero como no podemos hacer eso, entonces hay que repensar nuestra forma de vivir y ajustar nuestros estilos de vida. A continuación, presentamos 10 consejos que pueden servir de punto de partida:
1. Prestar atención a lo que compramos. Decidir si en verdad es prioritario para nuestra vida. Esta acción es relevante porque disminuir el consumo incide más en el ambiente que reciclar.
2. Respecto de lo que sí necesitamos para nuestro diario vivir, seguir prefiriendo las opciones amigables con el ambiente y sobre todo elegir las opciones producidas en la localidad. Hay que comprar a productores locales para apoyar las economías bio-regionales e incentivar el “trueque”.
3. Seguir reciclando los distintos materiales (vidrio, aluminio, cartón, papel, pet...), y continuar llevando nuestras bolsas/recipientes cuando vamos de compra.
4. Seguir con el cuidado del uso de energía eléctrica y darle mantenimiento a los aparatos electrodomésticos y de línea blanca.
5. Disminuir, hasta donde sea posible, el consumo de agua en las actividades de aseo personal y del hogar.
6. Usar el carro sólo lo indispensable y aplicar las reglas de eco-driving.
7. No desperdiciar alimentos, ya que este desperdicio conlleva el desperdicio de recursos utilizados en la producción de insumos alimenticios como tierra, agua, energía e insumos, por lo que producir comida que no va a consumirse supone emisiones innecesarias de CO2 que contribuyen al calentamiento global y cambio climático.
8. Construir nuestras casas bajo el concepto de sostenibilidad, es decir, con materiales de bajo impacto ambiental y social, contar con un sistema de aprovechamiento de agua pluvial, aprovechar la energía solar, que la casa cuente con un buen aislamiento, construirla con materiales nativos de la zona, y en general que sea un diseño bioclimático. La construcción es la causa de más del 40% del consumo de energía y materia prima del mundo.
9. Cuando sea posible, tener huertos orgánicos con frutos y vegetales de la región, y emplear abonos ecológicos en nuestros jardines para no contaminar los suelos.
10. Y por último, pero no menos importante, promover en nuestra familia, amigos, y vecinos esta cultura de cuidado del medio ambiente.
Los consumidores mexicanos debemos de dejar de ser presa del consumismo global y consumir bajo nuestros propios términos, distinguir realmente lo que es necesario de aquello que es excesivo… ¡consumo consiente, responsable!
La autora es profesora de Marketing de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey.
Artículo originalmente publicado en El Financiero.