De la música a la estrategia

La melodía, el ritmo y la armonía

En este artículo deseo invitar a una reflexión sobre lo que podemos aprender de la música para diseñar acciones estratégicas resultado de esta analogía.

Una definición aceptada de la música es el arte de bien combinar los sonidos y el tiempo. A manera de analogía, la estrategia puede entenderse como el arte de bien combinar la oportunidad creada con los recursos de la organización. Hago especial énfasis en la oportunidad creada pues esto implica que la organización debe estar orientada a abrir espacios para generar valor para sus diversos públicos. Estos espacios pueden tomar la forma de un nuevo mercado socioeconómico, industrial, geográfico, generacional, por mencionar algunos. Mientras que los recursos de la organización deberán atraerse, desarrollarse, retenerse en función de la oportunidad identificada.

Una buena música, una pieza de piano, un cuarteto de cuerdas, una sinfonía, conlleva tres dimensiones: la melodía, el ritmo y la armonía. La melodía es resultado de un proceso creativo, la inspiración del autor que lo lleva a crear su obra; el ritmo es la sucesión adecuada en la interpretación de la obra que da por resultado una composición armónica, agradable al oído. De estos tres elementos también podemos aprender para la estrategia. La melodía es el proceso creativo para el diseño de futuros sostenibles para la organización; viajar, leer artículos de diversas disciplinas y acerca de varios contextos ayuda a generar estas ideas innovadoras que se traducirán en acciones concretas. Un elemento importante es la capacidad de observar y de conectar elementos existentes para crear uno nuevo. Para ilustrar estas ideas, nos apoyamos en la música.

Quizá el lector esté familiarizado con la obra para piano de F. Chopin “La gotita de agua” (Preludio en D bemol mayor, Op. 28 No. 15). Cuenta la historia que el autor se inspiró en un día de lluvia que comenzó muy tenue y que hizo que cayeran pequeñas gotas de agua sobre el techo de su casa, la lluvia arreció para después de un rato disminuir y dejar a la gotita de agua que siempre estuvo cayendo. Como analogía en estrategia, el equipo directivo debe tener la capacidad de observar, de descubrir oportunidades en donde otros no las ven o al menos no las ven tan rápido tal como el autor se inspiró para crear su preludio en un día de lluvia—la melodía. La persistente gotita de agua va marcando el ritmo de la pieza; en la organización, estos pueden ser los proyectos, los procesos y las acciones específicas que se alinean a la estrategia definida y la armonía es el resultado de la melodía y el ritmo. En línea con la composición musical, cada pieza tiene al inicio de la obra una entonación con la que debe interpretarse, por ejemplo, Allegro, Sostenuto, Moderato, indicando la parsimonia con la que la obra debe ser interpretada. De igual manera sucede con la estrategia empresarial en su diseño y ejecución. La literatura tradicionalmente indica que las decisiones deben tomarse sin emoción. Una mejor forma de interpretar esta aseveración es que las decisiones, como en la música, deben diseñarse y ejecutarse con la emoción que mejor permita lograr los resultados esperados. En la fase de creación musical o en el diseño de una estrategia, la emoción o la actitud deben ser de indagación, de libertad; en cambio, en la fase de ejecución, la emoción debe permitir tomar decisiones complejas en la estrategia o la interpretación de la pieza musical de manera que sea agradable a los oídos de la audiencia.

Inicié este artículo invitando a una reflexión sobre lo que se puede aprender de la música y que sea trasladable al campo de la estrategia. Un primer punto es la capacidad de observar y conectar una necesidad percibida con la capacidad organizacional de dar respuesta--la inspiración del autor para crear su música--, los recursos sean materiales o humanos se allegarán en función de la solidez de la oportunidad de atender a un segmento de clientes de mejor manera que los competidores (o mejor aún, que estos competidores no estén presentes todavía). Una ejecución de la estrategia debe ser tan impecable como lo novedoso de su propuesta, para ello tenemos los procesos y las estructuras—la armonía-- que dan un orden a su implantación, dentro de un tiempo adecuado—el ritmo. Finalmente, la música se interpreta a un tempo, al igual que la estrategia, se va adecuando conforme se avanza en su ejecución y obstáculos y nuevas oportunidades aparecen.

Artículo originalmente publicado en El Financiero.

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