Nuestra realidad y contexto cambian constantemente y nos erguimos ante situaciones de incertidumbre que impactan a las familias empresarias. En diferentes publicaciones, seguramente nos hemos encontrado con mensajes que imperan en la necesidad de las empresas de innovar, de adaptarse, de “tomar al toro por los cuernos”.
Sin duda hay que encontrar oportunidades y tomarlas, pero ¿qué ha sucedido con el emprendimiento familiar en tiempos donde hemos hecho nuestro mayor esfuerzo para mantenernos relevantes?
Volvamos nuestra mirada a los emprendimientos en familia que se están formando bajo presión, a los líderes que han tenido que adoptar la prueba y error, a los emprendedores que han utilizado el corazón y la entraña para moldear estilos únicos de guiar a sus equipos y familias.
Sin duda, las empresas familiares han necesitado líderes altamente proactivos que han mantenido el barco a flote. Sin embargo, es momento de elevar las habilidades y características de un emprendedor para hacer frente a los nuevos retos. Lo que nos han enseñado los últimos años es que la palabra actuar representa un asunto de vida o muerte empresarial, pero para actuar, un emprendedor más proactivo debe tomar en cuenta algunos elementos importantes:
Conocerse a sí mismo y a su entorno es primordial para actuar con responsabilidad y avanzar con pasos seguros. Muchas veces tomamos el 100% de las decisiones con un 50% de información. Esforcémonos por identificarnos dentro del contexto, conocer nuestras fortalezas y limitaciones, obligarnos a conocer todo lo que esté en nuestras manos. Cualquier detalle podría cambiar ese 50% de información, por un 60% o 70%.
Mover al mundo a través de encontrar en la familia y en la empresa el balance entre nuestros intereses personales y el bien común. No olvidemos la responsabilidad que representa nuestro legado como familias empresarias.
Nunca dejemos pasar la oportunidad de ayudar a nuestros socios, colaboradores, proveedores, o a la industria a la que pertenecemos. Un pequeño ajuste en nuestros objetivos o alguna adecuación en nuestros productos o servicios podría hacer la diferencia que mantenga viva la economía de nuestro país.
Apoyemos a nuestros equipos y familias a encontrar y sembrar posibilidades. Promovamos procesos creativos que empoderen a nuestros círculos e involucrémoslos en los procesos de cambio. Así, la motivación nace desde los lugares menos esperados, y no solo delegamos responsabilidades, sino que delegamos posibles soluciones.
Con estas características de un emprendedor familiar más proactivo, en definitiva, es más sencillo construir la capacidad construir soluciones en un contexto de aprendizaje constante e innovar en medio de la incertidumbre. Estos esfuerzos reafirman nuestros valores familiares y afianzan la creación de nuevas oportunidades para seguir adelante.
El autor es Líder de Iniciativas Estratégicas del Instituto de Familias Empresarias del Tecnológico de Monterrey.
Artículo originalmente publicado en Soy Emprendedor.