Las mejoras sociales en salud, higiene y nutrición han permitido que en México la vida esperada haya subido de 57 años en 1960, a 67 años en 1980, y a 75 años en 2020. Con ese notable aumento en la longevidad, no sólo experimentamos más enfermedades de adultos mayores, sino que también se estresa nuestra situación financiera como individuos.
Cuando envejecemos seguimos teniendo la oportunidad de aprender, pero merman nuestras capacidades, competencias e interés por generar ingresos. Por ello, cada uno de nosotros debemos ser protagonistas de nuestra salud, incluyendo la salud financiera.
Aunque toda la vida hayamos contribuido a un plan de pensiones, para lograr la salud financiera hemos de construir de manera paralela un patrimonio con un ahorro activo. Del 2012 al 2018, la proporción de población adulta que ahorró de manera activa pasó del 51% al 68%, según la Comisión Nacional Bancaria y de Valores con datos de 2021. Disponer de suficiente efectivo siempre nos brinda resiliencia y flexibilidad, así como nos permite fondear estrategias, enfocarnos en construir un futuro, sortear imprevistos, gozar de pequeños lujos y aprovechar oportunidades.
Una opción es invertir en bonos soberanos de diferentes tipos. En México, los CETES son bonos cupón cero que maduran en menos de un año y siempre cada bono pagará $100 pesos a la madurez. Los Bonos M son bonos soberanos que pagan cupón fijo cada 182 días y el valor nominal lo pagan a la fecha de vencimiento. Los BONDES D y BONDES F pagan un cupón variable cada vez, basado en una referencia, y a madurez pagan el 100% de su valor nominal. Los UDIBONOS pagan un cupón fijo en UDI cada periodo y pagarán 100 UDI a la madurez. Los UMS son bonos del Estado Mexicano denominados en dólares, y pagan un cupón fijo en dólares más su valor nominal en la madurez.
Hay otros bonos que emiten ciertos organismos federales, respaldados por el Gobierno Federal, como son los bonos del IPAB. Pero hay otras agencias federales que emiten deuda que NO está respaldada por el Gobierno Federal, como CFE y Pemex. También gobiernos subnacionales (estados y municipios) emiten deuda y para cada instrumento habría que revisar las condiciones y garantías de cumplimiento. Las tasas de rendimiento que ofrecen los bonos soberanos a diferentes maduraciones restantes (TENOR) son la base del precio del dinero en un país y forman la curva de rendimiento.
Otro nivel de deuda en que se puede invertir es la corporativa, que emiten bancos y empresas. Esta deuda puede tener diferentes estructuras y garantías de cumplimiento, así como diferentes promesas de repago. El riesgo implícito entre la deuda de diferentes bancos o de diferentes empresas no es estable.
Los bienes raíces pueden ser otra opción. Pueden adquirirse de manera privada o a través de instrumentos públicos. Los instrumentos públicos como las FIBRAS/REITs ofrecen ventajas en liquidez, así como diversificación respecto a la adquisición privada de los bienes. Invertir en instrumentos púbicos de bienes raíces requiere revisar la estrategia, la calidad de la gobernanza, así como los costos de administración que se pagan.
Otra clase de activos son las acciones de las empresas, los fondos intermediados y los ETF de índices, sectores, regiones o países. Puede invertirse también en activos no tradicionales como los fondos de capital privado, hedge funds, commodities, etc. Siempre requiere un buen análisis de las alternativas de inversión y, en general, nunca debe haber concentración de fondos en el mismo o pocos tipos de activos.
Según la teoría financiera, los instrumentos con mayor riesgo deben ofrecer un rendimiento superior. En plazos largos, este argumento generalmente se valida, pero en plazos cortos la deuda soberana ofrece más seguridad. Aunque la inversión en bonos tenga poco nivel de riesgo crediticio, su valor en el mercado puede moverse si se mueven las tasas de interés. Por tanto, en tiempos de alza de tasas, hay que reducir la duración del portafolio y en épocas de descenso de tasas, incrementarla. El concepto de renta fija puede perder significado en los mercados actuales, ya que la inflación y la denominación del capital es ahora un tema relevante.
El portafolio apropiado para un inversionista depende de su horizonte de inversión, su apetito por el riesgo y sus intereses y restricciones personales, por lo que debe diseñarse, operarse y evaluarse a su medida.
En conclusión, aunque un individuo desarrolle derechos sobre una pensión de beneficio definido, es recomendable que ahorre de manera disciplinada e integre un portafolio de inversión productiva diversificado que gane más que la inflación y que permee la ética de la vida, privilegiando lo importante sobre lo superfluo, la felicidad sobre lo miserable, así como la cultura del ahorro en quienes lo rodean.
El autor es profesor de Finanzas de EGADE Business School.
Artículo publicado originalmente en Alto Nivel.