Algunos aprendizajes sobre dirección de organizaciones

No pensar linealmente en que una causa tiene un único efecto o que un efecto tiene una única causa

En esta oportunidad comparto mensajes de aprendizaje de la práctica directiva, con el propósito de contribuir a la reflexión para nuestra vida en las organizaciones.

Primeramente, aceptemos los retos de la vida directiva. Si es el camino que hemos elegido profesionalmente, entonces debemos aceptarlo, tomar decisiones bajo supuestos fundamentados y teniendo como referencia un marco de valores y la búsqueda del bien mayor para la organización. Nos debe gustar este estilo de vida de servicio, en donde debemos maximizar el beneficio para distintos públicos, sujeto a una serie de restricciones.

Ante un entorno que cambia de manera acelerada, la capacidad de adaptación, resiliencia y aprendizaje que se desarrolla al exponerse a situaciones complicadas (no porque las busquemos necesariamente, sino porque son intrínsecas a la vida directiva) son competencias clave para la vida en las organizaciones. En este sentido, es imperativo tener la capacidad de navegar en contextos muy cambiantes.

Para ello, debemos tener claridad de objetivos, hacia dónde debemos ir como organización y asegurar que las acciones que tomamos contribuyen, en alguna medida, a acercarnos a esa visión, sólo así tendrá sentido el hecho de hacer frente a situaciones complicadas en lo cotidiano.

Una posición directiva requiere pensar sistémicamente, abrir alternativas y ver las posibles consecuencias de éstas. No pensar linealmente en que una causa tiene un único efecto o que un efecto tiene una única causa. La vida es multifactorial.

Un elemento que suele costar trabajo es decir “no” a diversas solicitudes que nos llegan. Si la solicitud no contribuye al objetivo organizacional mayor, lo adecuado será decir “no” para evitar tomar responsabilidades que distraerán talento, tiempo y recursos escasos.

En cuanto a la toma de decisiones, darse tiempo para tomar decisiones complejas. Efectivamente, hay una ventana de oportunidad en la que la decisión debe ser tomada; sin embargo, siempre es posible meditar y consultar para escuchar diversos puntos de vista, de manera participativa con el apoyo de un equipo talentoso con capacidad de cuestionar y ejecutar; sin embargo, aceptando que la decisión final recae en el tomador de decisiones, es nuestra responsabilidad.

Las decisiones estratégicas que abren nuevas oportunidades para la organización requieren analizar, sintetizar información y actuar de manera ágil, una vez meditadas las consecuencias de dicha decisión. En la toma de decisiones, generemos el escenario catastrófico en cuanto a qué es lo peor que puede pasar. Si implica un grave problema para la organización, seguro no será el camino para seguir. Si estamos en esa situación, entonces quizá habremos dejado pasar por alto algunas señales internas o externas que indicaban que algo estaba mal.

En cuanto a las decisiones operativas, si recurrentemente, como directivos, estamos tomando estas decisiones, algo está mal en los procesos (o no existen) o en los derechos de toma de decisiones (no delegamos). Aquí se abre otra oportunidad, identificar lo que impide delegar, no queremos o no sabemos delegar, no consideramos capacitado a quien le podríamos delegar una actividad o bien no tenemos a quien delegar.

Desarrollemos el hábito de leer de diferentes disciplinas, pues ahí encontraremos fuentes de ideas para llevar a nuestro trabajo y reconozcamos cuando de algo no sabemos. Decir “no sé” abre posibilidades para investigar, preguntar y aprender y no debe ser visto como algo negativo. Pretender que sabemos sólo generará desgaste y nos hará perder credibilidad. En esta misma línea, darse tiempo para actividades personales de relajación, meditación y ejercitación que permitan despejar el pensamiento y observar los retos desde una perspectiva diferente tanto en lo conceptual como en lo emocional.

Otro mensaje para compartir: partamos de la base de que las diferencias en posturas no son necesariamente diferencias en lo personal, son diferencias dados objetivos particulares distintos; sin bien debemos reconocer una competencia por ganar visibilidad o posiciones directivas, veamos esto como parte de la vida organizacional.

Desde luego que las competencias directivas son muy extensas y su aplicación dependerá de la situación particular y del estilo directivo de cada quien. Lo que es intrínseco a la posición directiva es el diseño y la realización de un futuro para la organización que maximice el beneficio para sus diversos públicos.
 

El autor es director de la sede Monterrey de EGADE Business School y profesor de Estrategia y Liderazgo.

Artículo publicado originalmente en El Financiero.

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