¿A cuántos de nosotros, que venimos de familias empresarias, se nos ha inculcado desde pequeños que seremos los herederos del negocio familiar, que un día seremos responsables de llevar al siguiente nivel el legado de nuestros padres y, en algunos casos, el de nuestros abuelos? ¿Cuántas de nuestras tardes pasamos en el negocio familiar, algunas veces desde la infancia, primero jugando y luego trabajando en él?
Aunque muchas personas están agradecidas con su familia por las oportunidades que les brindan -en gran parte, posibles gracias a los ingresos que el negocio familiar genera- su interés muy personal no está en ello.
¿Será que la única forma de crear valor en nuestra familia es a través de trabajar en el negocio familiar? La respuesta es: no necesariamente.
Por un lado, debemos reconocer que trabajar para el negocio familiar tiene oportunidades y prerrogativas que podrían no encontrarse afuera, como tener acceso al consejo y sabiduría de la alta dirección. Sin embargo, al estar trabajando en el negocio familiar quizá olvidamos la hora de entrada y de salida, ya que cualquier reunión familiar (comidas, reuniones de fin semana, vacaciones etc.) tiene el potencial de convertirse fácilmente en una junta de trabajo, con mayor energía personal que en una empresa no familiar.
También debemos reconocer que las prestaciones en el negocio familiar podrían ser más interesantes que las de un empleado tradicional: tiempo personal, acceso a más días libres o de vacaciones. Si bien las evaluaciones de desempeño podrían ser más exigentes en la empresa familiar, las repercusiones de dichas evaluaciones podrían ser más blandas. Y así podríamos hablar largamente de los pros y los contras de trabajar para la familia.
Solo realizaremos nuestro potencial como personas y profesionistas si trabajamos en algo que realmente haga vibrar nuestro espíritu
La verdad es que solo realizaremos nuestro potencial como personas y profesionistas si trabajamos en algo que realmente haga vibrar nuestro espíritu. Y para algunos de nosotros no es necesariamente trabajar en el negocio familiar. Pero ¿qué podemos hacer?, ¿será correcto contrariar a nuestros padres, quienes han invertido tanto en nosotros? La respuesta es: no necesariamente.
En nuestra investigación hemos encontrado que la experiencia empresarial de la familia es muy relevante, especialmente si la combinamos con el profundo amor que nuestros padres nos tienen. Pero lo primero que debemos encontrar es qué hace vibrar realmente a nuestro corazón, y asegurarnos que no solo es una moda pasajera de nuestra vida.
Una vez que lo hayamos encontrado, lo siguiente es buscar la forma de convertirlo en una forma de vida a través de una empresa y escribir un plan de negocios. Sí, un plan de negocio. No importa que te interese el arte, la administración, la ciencia o la ingeniería. Si queremos ser independientes nos tenemos que convertir en empresarios. Y ahí es donde tenemos ventaja sobre los que no vienen de una familia empresaria, pues tenemos consejeros expertos (nuestros padres y familiares) que nos quieren y están sumamente interesados en compartir sus experiencias y promover nuestro éxito.
¿Será que podemos iniciar nuestra empresa inmediatamente? Ahí es donde debemos ser cautelosos. Primero debemos definir nuestra área de interés, buscar oportunidades de mercado, generar un plan de negocios, generar experiencia ejecutiva al respecto (quizá trabajando en el negocio familiar, pero con nuestra meta en mente) y buscar inversionistas. ¿Quién crees que quisiera invertir en ti? ¿Quién está muy interesado en que tengas éxito en la vida? ¿Quién crees que está dispuesto a acompañarte en el difícil camino de iniciar una empresa? Así es: tu familia, por lo que quizá una vez que hayas expuesto tus intereses incluso te ayuden en el plan de negocio y en la inversión inicial como capital de riesgo (venture capital). Éste es un esquema financiero en el que inviertes en un negocio desde el inicio con la esperanza de que en un tiempo razonable el negocio devuelva la participación (con su respectivo rendimiento) y el retiro del mismo. Incluso ha habido padres que han invertido en este formato en empresas de sus hijos y al final del periodo les entregan el valor de su participación como parte de su herencia en vida.
De esta forma, la familia no solamente tiene la empresa matriz (la fundada por los padres), sino ahora la empresa del hijo o la hija, con todo el respaldo financiero y moral del conjunto, convirtiéndose en un grupo familiar, siendo el inicio de lo que llamamos una corporación virtual.
Si estás interesado en saber más al respecto, te invitamos a leer nuestro libro “Las finanzas en las empresas familiares privadas, el manejo del dinero y el logro de objetivos familiares”, disponible en tu librería digital favorita, en donde abordamos más sobre este tema.
Los autores son profesor investigador de la EGADE Business School (Federico Trigos) y consultor y profesor en las áreas de estrategia y empresas familiares en la Universidad Iberoamericana, consejero y anterior profesor del Tec de Monterrey (Mario Doria).
Artículo publicado originalmente en Transferencia Tec.