Miles de compañías en el mundo deberán aumentar la información que ofrecen a sus grupos de interés (stakeholders) en virtud de nuevas legislaciones frente a su desempeño en materia de sostenibilidad, como por ejemplo la Directiva Europea sobre Divulgación de Información no Financiera y Diversidad, que ya es de aplicación obligatoria para el ejercicio de 2017.
En América Latina, 81% de las 100 mayores compañías ya reportan sus impactos sociales y medioambientales, un incremento desde 2015, año en que lo hacía un 74%, según el estudio global de KPMG en la materia. Este avance, que en muchos países ha sido liderado por los inversionistas en los mercados de valores, busca que las empresas comuniquen de manera transparente su actuación. Pero ¿cómo abordar el rompecabezas de la sostenibilidad en nuestra empresa? ¿Cómo podemos medirla y finalmente, comunicarla a los stakeholders?
La sostenibilidadhoy en día se entiende como la capacidad de una empresa para crear valor para sus stakeholders, gestionando proactivamente sus riesgos y oportunidades estratégicas en las dimensiones ambiental, social y económica. Esta definición trasciende el concepto más tradicional de responsabilidad social, al incluir un espectro más amplio de temas ambientales (como uso de agua, energía, emisiones), temas económicos (como innovación, gobierno corporativo, política anticorrupción) y temas sociales (como seguridad y salud ocupacional, desarrollo de personal, derechos humanos), dependiendo del tipo de negocio.
Muchas compañías llevan años desarrollando iniciativas en varios de estos temas, pero, ¿cómo podemos asegurar que dichas acciones están contribuyendo a generar un negocio verdaderamente sostenible? La respuesta, como en cualquier sistema de gestión, tiene que ver con la medición y el establecimiento de metas.
Si bien el sector empresarial no ha sido pionero en la adopción de la sostenibilidad, en los últimos años se ha ido adhiriendo a los esfuerzos que, desde Naciones Unidas, y junto con otros actores como gobiernos, ONG y sociedad civil, han cristalizado en los Objetivos del Milenio (2000) y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (2015). Estas iniciativas establecen metas claras para conseguir un desarrollo sostenible. La ONU también creó el Pacto Global (2000) para comprometer a las compañías en la búsqueda de negocios sostenibles y responsables.
Cuando las compañías se adhieren a iniciativas como el Pacto Global, se encuentran con que uno de los principales requisitos es el reporte de sus actividades. Esto nace precisamente de la necesidad de que las empresas sean más transparentes con sus stakeholders, es decir, que sean abiertasen la divulgación clara de información, reglas, planes, procesos y acciones, y que además sus directivos tengan el deber de actuarde manera visible, predecible y comprensible para promover la participación y la rendición de cuentas y permitir a tercerospercibir fácilmente las acciones que se están llevando a cabo.
Hay múltiples estándares de medición y guías para reportar la información de sostenibilidad, sin embargo, una de las más usadas y actualizadas es la Global Reporting Initiative(GRI). La GRI propone un marco común que ayuda a las compañías a elaborar sus informes de sostenibilidad con un manejo integral de sus impactos. Bajo este tipo de estándares las empresas pueden comunicar su gestión, proponer metas y dar seguimiento a las mismas. Sirven para garantizar la comparabilidad, calidad y pertinencia de la información.
Si usted o su empresa están a punto de iniciar o incluso ya han llevado a cabo un proceso de reporte, las siguientes recomendaciones le ayudarán en este camino hacia la sostenibilidad:
La sostenibilidad corporativa responde a un mundo económico nuevo. De esta manera, el reporteo avanza rápidamente y se transforma en una verdadera herramienta de gestión y de transparencia con los stakeholders, en especial con los inversionistas. Iniciativas como el Dow Jones Sustainability Indexes (DJSI), Task Force on Climate-related Financial Disclosures (TCFD), CDP o Sustainability Accounting Standards Board (SASB) son ejemplos claros de cómo los inversionistas están cada vez más interesados en los temas de sostenibilidad y en la traducción de los mismos al lenguaje financiero. El reto entonces para las compañías es dar un paso atrás, analizar su Modelo de Negocio, sus riesgos y oportunidades en materia social, ambiental y económica y así mismo, comunicar de manera proactiva y transparente su gestión en estos temas.
*Por Juan David Zuluaga.