Cada vez hay más consenso en que la economía no puede seguir funcionando a base de la extracción y el consumo infinito de recursos naturales. Cuatro meses antes de terminar el 2020, los seres humanos ya habíamos agotado los recursos producidos por el planeta en ese año —a pesar del paro que sufrió la industria por la pandemia global—. La escasez de recursos causada por esta sobrexplotación pone en riesgo el suministro de materias primas y provoca volatilidad en sus precios, además de agravar el cambio climático.
En este contexto, las empresas que no adopten estrategias de sustentabilidad pueden ver comprometidos sus ingresos y hasta su propia supervivencia. En los últimos años se ha popularizado el concepto de economía circular, que propone un enfoque alternativo al presente modelo lineal que se basa en extraer-producir-desperdiciar. Esta estrategia holística y sistémica busca redefinir el crecimiento económico, creando valor sustentable en las regiones y organizaciones, no solo mejorando su desempeño medioambiental y social, pero también mejorando el económico. De hecho, se presenta como una alternativa capaz de desvincular el crecimiento económico del consumo de recursos naturales. ¿Cómo lo hace? Eliminando los residuos a través de un diseño reparador y regenerativo de materiales, productos, sistemas y modelos de negocio; manteniendo los productos y materiales en uso y regenerando los sistemas naturales.
El amplio reconocimiento de este concepto, no obstante, no ha ido acompañado de un despliegue comparable, especialmente en economías emergentes como México. Cuando se habla de economía circular, se suelen mencionar países europeos como Francia, Holanda o Alemania, casos de éxito que, además de haber contado con el impulso decidido de la Unión Europea, se benefician de un entorno muy distinto al latinoamericano: son economías desarrolladas, con instituciones, legislaciones e infraestructuras sólidas y que permiten enfoques top-down (de arriba abajo) para implementar los principios de la economía circular.
A menudo se han querido trasladar las mejores prácticas circulares de estos países a las economías emergentes, asumiendo que es un proceso sencillo que se puede tropicalizar. Sin embargo, para implementar de forma exitosa la economía circular se requiere un cambio sistémico y disruptivo que no se puede llevar a cabo sin considerar las particularidades de cada región.
Para entender la dificultad de implantar la economía circular en México, llevamos a cabo una investigación publicada recientemente en el artículo “Learning from Failure and Success: The Challenges for Circular Economy Implementation in SMEs in an Emerging Economy” (Sustainability, 2021). Dado el peso económico y social de las pymes en el contexto mexicano –representan el 52% del PIB y emplean al 68% de la población—, decidimos enfocar nuestra investigación a las barreras y los facilitadores con los que se topan este tipo de empresas en la implementación de la economía circular.
Cabe mencionar dos limitantes adicionales que tienen las pymes en estos contextos: su tamaño y sus recursos limitados – tecnológicos, de capacidades, habilidades, etc.—; lo cual limita el desarrollo de una estrategia bottom-up (de arriba abajo) de innovación.
Tras estudiar el caso de cinco pymes en México, constatamos que la falta de condiciones regionales y la inadecuación entre la estrategia de negocios de economía circular y el contexto pueden exacerbar aún más las barreras de implementación. Sin embargo, encontramos diversos facilitadores a los que las pymes se pueden apalancar para la implementar la economía circular, entre las cuales se encuentran:
Una de las barreras encontradas es que los productos sostenibles o circulares tienen tendencia a ser poco asequibles y muchos usuarios no pueden acceder a ellos. Nuestros resultados señalan que algunas empresas desarrollaron modelos de negocio inclusivos en estas regiones para abordar este desafío. Por ejemplo, proponiendo modelos de negocio basados en ahorro a largo plazo o en alquiler. Con respecto a los modelos de renta, en muchos países latinoamericanos, la propiedad está culturalmente asociada al estatus, lo cual influye en el desinterés de los consumidores hacia modelos de negocio enfocados en la renta—que son más dominantes en las regiones europeas.
Hay que resaltar que la pyme fallida de nuestro estudio era un modelo de renta (peer to peer) de diversos productos, cuyo dueño resaltó como principal barrera la renuencia de los usuarios a este tipo de modelos de negocio. No obstante, se tiene que considerar que los modelos basados en alquiler pueden variar en cuanto a su recepción—no es lo mismo rentar una bicicleta que ropa de bebé—, lo cual enfatiza la necesidad de llevar a cabo un análisis de mercado previo al lanzamiento de cualquier modelo de negocio. Por otra parte, no solo hay que pensar en considerar al consumidor, sino incluir dentro de nuestra cadena de valor a grupos vulnerables y/o de bajos ingresos como socios productores, para mejorar su ingreso y calidad de vida, pero también para incrementar el valor económico de la región.
¿Como lograr combatir la resistencia al cambio o a la adopción de nuevos modelos de negocio por parte de nuestros clientes? Nuestro estudio muestra que varias empresas adaptaron sus estrategias y modelos de negocio para mejorar la manera en que abordan las necesidades del cliente. Por ejemplo, las propuestas de las empresas lograron crear valor para los clientes a través de modelos de negocio con valor añadido, en donde el usuario elige comprar una bicicleta sobre un automóvil porque este le resuelve el problema de movilidad, mientras que el automóvil solo lo exacerba, al hacer que el cliente pierda mucho tiempo en el tráfico.
Uno de los elementos clave para el funcionamiento de modelos de economía circular es la asociación con otras empresas, ONG o universidades y centros de investigación. La colaboración es fundamental para superar las limitaciones ya mencionadas de las pymes o las inherentes a los países emergentes. Las alianzas permiten resolver problemas específicos, crear fortalezas complementarias y superar debilidades. Adicionalmente, cuando se trabaja en un contexto limitado en recursos – como el ámbito de economías emergentes— este tipo de modelos puede ayudar a superar la falta de capacidades, tecnología, escasez de recursos y/o logística.
Los resultados también confirman una barrera clave que a menudo se presenta en estos contextos, como es la infraestructura irregular o no disponible. En este respecto, algunos estudios han encontrado que las irregularidades son típicas de los países en desarrollo y emergentes; esto puede incluir, pero no se limita a: la red de agua, la electricidad, el transporte y las carreteras o la infraestructura de gestión de residuos.
En nuestro contexto, encontramos que la infraestructura financiera limita el acceso de la población a servicios financieros como tarjetas de crédito o préstamos. Esta barrera repercute no solo en la creación de nuevas pymes, sino también en la participación de los consumidores en nuevos modelos de negocio. Una posible solución es apalancarse de la tecnología disponible, por ejemplo, utilizando la tecnología móvil para establecer un sistema de banca.
El cabildeo puede ser útil para conseguir apoyos políticos para los procesos de economía circular. Es necesario destacar este habilitador debido a su importancia en la configuración de las condiciones regionales propicias. Nuestros resultados muestran que algunas empresas estuvieron relacionadas con prácticas de cabildeo, por ejemplo, para desarrollar acuerdos para la regulación de productos desechables de un solo uso. Además, también resulta de gran importancia trabajar en el frente de la educación de los consumidores con estrategias de sensibilización medioambiental.
La implementación exitosa de la economía circular requiere un cambio sistémico disruptivo y no puede llevarse a cabo sin tener en cuenta las particularidades contextuales de las regiones. Nuestro estudio encontró que la implementación de barreras puede agravarse aún más por la falta de adecuación del modelo de negocio a su contexto operativo. En nuestra investigación analizamos el caso fallido de una pyme que no logró alinear su modelo de negocio con las particularidades del mercado donde opera. Su fracaso también resultó de la falta de inclusión financiera, un problema común en México.
Por el contrario, las otras cuatro iniciativas tuvieron éxito al adoptar estrategias que incorporan las condiciones contextuales, como la infraestructura disponible, las regulaciones vigentes o las características del consumidor. Por ejemplo, el diseño de modelos de negocios inclusivos podría proporcionar una solución para la inclusión financiera y la capacidad de pago de los consumidores. Otras estrategias observadas incluyen la colaboración entre diferentes actores (por ejemplo, gobierno y universidades) y la creación de alianzas, que son fundamentales para el desarrollo y la implementación de la economía circular.
Nuestros hallazgos brindan lecciones de iniciativas de economía circular tanto fallidas como exitosas, implementadas por pymes en economías emergentes. En este sentido, las barreras que enfrentan las pymes pueden ser superadas con precios asequibles, análisis del mercado de consumo, comunicación transparente y colaboración. Sin embargo, este estudio pone en relieve que solo es posible implementar la economía circular cuando se tiene una visión sistémica: siendo capaz de identificar y lograr sinergias entre los stakeholders clave y de alinearse con las condiciones de la región.
Contemplando las barreras y facilitadores mencionados anteriormente, actualmente se está trabajado en una iniciativa llamada “Recipe for Leftovers”, una iniciativa de implementación de economía circular conformada por alumnos del Doctorado en Ciencias Administrativas de EGADE Business School, alumnos de doctorado y de licenciatura del Tecnológico de Monterrey, y un alumno de la Universidad Abierta y a Distancia de México, quienes en conjunto compiten por el WEGE Prize 2021. Este equipo semifinalista a esta competencia internacional está trabajando en la creación de una plataforma/aplicación que tiene una red de intercambio de desperdicios de alimentos, donde los restaurantes pueden donar sus alimentos sobrantes y se vinculan con otros usuarios u organizaciones interesadas en recibirlos. Mientras seguimos los avances en esta competencia, reafirmamos el compromiso de EGADE Business School con la sostenibilidad y la economía circular como estrategia sustentable para las empresas en México.
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