¿Es corrupción o solo distancia cultural?

Cómo afecta la distancia cultural entre países a la percepción de la corrupción en las prácticas de negocios internacionales, un análisis basado en el Índice de Percepción de la Corrupción (CPI) de Transparencia Internacional

¿Es corrupción o solo distancia cultural?

El escándalo de corrupción más sonado de 2016 fueron los célebres Panama Papers, una trama de corrupción destapada por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación que implicaba a poderosos individuos de la mayoría de los países del mundo, demostrando que casi ninguna nación se salva de prácticas como la corrupción o los sobornos. Sin embargo, existe la creencia generalizada de que algunas regiones y culturas son más corruptas que otras. De hecho, en algunos indicadores globales de corrupción, como el Índice de Percepción de la Corrupción (CPI, por sus siglas en inglés) de Transparencia Internacional, los países nórdicos (Escandinavia) califican entre los menos corruptos, mientras que países del Sur global, en vías de desarrollo, aparecen en los últimos puestos de esta clasificación. ¿Es mera casualidad o la cultura influye efectivamente en el nivel de corrupción de un país?

Si bien se ha señalado que ciertos factores culturales y económicos pueden ayudar a reducir la corrupción, como un mayor nivel de ingreso, un menor grado de desigualdad social o un sustrato de ética protestante, lo cierto es que esta hipótesis no ha podido demostrarse. El CPI es un ranking que mide la percepción sobre la corrupción, pero no es una medición objetiva sobre este fenómeno. Los indicadores de percepción pueden tener mayores sesgos sistémicos y, en relación con la corrupción, algunos estudios han hallado que no existe evidencia entre una mayor percepción de corrupción y una mayor experiencia de corrupción. 

Este índice también ha recibido críticas por estar basado exclusivamente en valores occidentales, sin tener en cuenta las particularidades culturales de otras regiones. No todas las prácticas que se consideran corruptas en Occidente son vistas así en otras partes del mundo. En este sentido, la calificación de ‘corrupto’ tiene a veces que ver más con lo que queda fuera de los mecanismos institucionales y culturales existentes, con aquello que se desaprueba o deslegitima en una cultura. Por ejemplo, las prácticas de cabildeo o lobbying están mal vistas por muchas culturas del mundo por beneficiar a ciertos jugadores del mercado por encima de otros, y, sin embargo, esta práctica está legitimada en los países occidentales y, por ello, no se incluiría en el índice CPI. También es relevante indicar que la metodología de este ranking se basa principalmente en opiniones de expertos en corrupción y de directivos involucrados en negocios internacionales, lo cual genera cuestionamientos sobre si existe un sesgo elitista en sus mediciones.

En un artículo científico de reciente publicación, “How far are we from understanding corruption? The effect of cultural distance on corruption perception” (Critical Perspectives on International Business, 2021), examinamos la correlación entre la distancia cultural de estos patrones occidentales y la percepción de la corrupción que mide el índice CPI.

La hipótesis de la distancia cultural

Dinamarca se sitúa en el primer lugar del ranking CPI, así como en los primeros niveles de otras clasificaciones sobre calidad de vida y calidad de las instituciones. Además, es el país con mayor proporción de ciudadanos que profesan la religión protestante (82%), y, por tanto, con una marcada aversión hacia la corrupción. Este país fue nuestro primer punto de referencia para el estudio.

Por otro lado, Estados Unidos, como uno de los países más competitivos del mundo y con gran influencia en las instituciones internacionales y una cultura económica y de negocios dominante, fue nuestro segundo punto de referencia.

Nuestra hipótesis es que la distancia cultural hacia estos dos países (Dinamarca y Estados Unidos) tiene un efecto negativo en la percepción de la corrupción. Es decir, independientemente de la corrupción real que viva un país, cuanto más culturalmente distantes sean los países con respecto de Dinamarca y Estados Unidos, más corruptos aparecen en el CPI.

Para probar nuestra hipótesis, usamos datos de los reportes de CPI desde 1995 y hasta 2013; mediciones culturales del centro GLOBE; puntuaciones culturales de Hofstede y variables de control a nivel país extraídas del Banco Mundial.

El sesgo se confirma

Los resultados obtenidos en nuestro estudio están en línea con otros hallazgos similares obtenidos en investigaciones previas y demuestran las hipótesis iniciales. Algunos de los hallazgos más relevante son:

  • A mayor PIB per cápita, menos corrupto es el país
  • Cuanto más desigual es la distribución de la riqueza, mayor es el nivel de corrupción
  • A mayor gasto gubernamental como porcentaje del PIB, más corrupto es el país
  • La distancia cultural entre Estados Unidos y un país en particular tiene un efecto positivo en la percepción de la corrupción.
  • La distancia cultural entre Dinamarca y un país en particular tiene un efecto positivo en la percepción de la corrupción.

Nuestro estudio muestra que las diferencias culturales confirman el sesgo de los expertos en corrupción. Esto no significa que los países peor ranqueados en el CPI no tengan problemas institucionales, sino que su cultura difiere ampliamente de los estándares occidentales en cuanto a percepción de la corrupción. La puntuación del CPI se basa principalmente, como queda demostrado, en la distancia cultural.

Un caso ampliamente discutido que lo ilustra es la presencia de inversión extranjera directa (IED) de China en África. De los países africanos, Etiopía es el mayor receptor de inversión extranjera china y, coincidentemente, es considerado el más corrupto de entre los mayores receptores de IED en ese continente. Pero lo interesante es que también es el país culturalmente más similar a China.

Hacer negocios con culturas similares

Es evidente la tendencia de invertir en países culturalmente cercanos. Por ejemplo, la inversión de Estados Unidos en África se destina, en primer lugar, a Sudáfrica. También Japón comparte esta preferencia, concentrando este país un 30% de su inversión en el continente.

Si tomamos en cuenta que el CPI refleja las similitudes entre culturas, difícilmente puede considerarse como una medida objetiva sobre el complejo fenómeno de la corrupción. Que un país sea culturalmente alejado de Dinamarca y Estados Unidos no implica que sus prácticas sean necesariamente corruptas. Puede haber culturas alejadas de los valores occidentales, pero muy íntegras. Y también culturas muy cercanas a estos países occidentales, pero que sufren corrupción.

Un ejemplo son Brasil y Canadá, dos países azotados por importantes escándalos de corrupción en empresas constructoras (Odebrecht y SNC-Lavalin) con implicación de altos funcionarios. Mientras que Canadá está ranqueado en el lugar 12 (con una distancia cultural de Dinamarca de 89), Brasil figura en la posición 106 (con una distancia cultural de Dinamarca de 182). Obviamente hay muchas diferencias en cuanto a la calidad de las instituciones y la transparencia de la administración pública, sin embargo, la disparidad en su clasificación en el CPI es abismal.

Este estudio prueba que, aunque muy popular en el ámbito académico, el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional es una herramienta marcadamente sesgada y no refleja niveles reales de corrupción.

Los autores son: director de Programas MBA Fly-In de EGADE Business School (Iván Adolfo Valdovinos), profesor investigador de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey (Evodio Kaltenecker) y profesor de la Moscow School of Management SKOLKOVO (Mike Szymanski).

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