El petróleo: Crónica de una muerte anunciada

La relación entre la producción de petróleo y el crecimiento económico se desvanecerá hacia 2050

El petróleo: Crónica de una muerte anunciada

El escenario energético mundial se ha visto impactado en años recientes por dos fenómenos de muy distinta naturaleza: por un lado, la progresiva transición energética hacia las energías renovables y, por el otro, la repentina pandemia de COVID-19. Sin embargo, ambos temas se han vinculado en el corto plazo debido a la recuperación económica pospandémica y el cambio tecnológico acelerado.

Ante la irrupción del SARS-Cov2 en 2020, la Agencia Internacional de Energía  pronosticó un crecimiento de la demanda de petróleo de 0.5% promedio anual. Estas eran las expectativas del comportamiento del crudo según los principales productores a nivel global, ya que las elasticidades de corto y largo plazo son altamente insensibles a los cambios de precios. En otras palabras, aunque se auguraba un escenario de menor demanda mundial de crudo –atribuible en parte a las energías limpias o alternativas—, se esperaba que la demanda de petróleo no se desviara significativamente de su tendencia.

Así, el consumo mundial de energía primaria –compuesto por petróleo crudo, gas natural y carbón— alcanzaría su pico entre 2025 y 2040. Por su lado, las energías renovables se triplicarían para 2050 con costos cada vez más bajos (kilowatt/hora), según la consultora McKinsey (Global Energy Perspective 2022).

La disminución constante y progresiva del costo de producción de energía de fuentes no fósiles, junto con el cambio tecnológico exponencial que se espera para 2050, asestarían el golpe de gracia a la “era del petróleo”. Lo que no resulta claro es qué tan lejos estamos de esa fecha.

Resulta evidente que la demanda mundial de petróleo seguirá aumentando hasta 2050, si tomamos en cuenta el crecimiento de la población y las necesidades de los países emergentes. La demanda seguirá aumentando por la falta de combustibles alternativos para el transporte terrestre, aéreo y/o petroquímico. Sin embargo, este crecimiento se desacelerará a favor de las energías renovables y el gas natural. Los motores y los sistemas operativos serán cada vez más eficientes, mientras el crecimiento poblacional será menor, lo cual influye en el nivel de consumo.

Si observamos las series de tiempo anuales en el período 1980-2022 para los 20 principales exportadores de petróleo del mundo –quienes concentran más del 80% de la producción total del planeta— es posible simular el comportamiento de las energías fósiles y no fósiles hacia 2050. El procedimiento empleado para esta nota de divulgación es un juego de optimización dinámica con simulación por MonteCarlo.

Concretamente, las variables de cada país utlizadas son la demanda de petróleo, la oferta y producción de petróleo, la demanda de energías alternativas (no fósiles), el costo promedio por barril de petróleo equivalente, el Producto Interno Bruto, la población y las tasas de interés de referencia correspondientes.

Bajo el conjunto de estimaciones realizadas, se ha encontrado que a medida que pasa el tiempo rumbo al 2050, la relación positiva que entre el crecimiento económico y la producción de petróleo disminuye. Para los países emergentes, esta relación parece estar desvaneciéndose.

Esta afirmación se basa en la información disponible y asumiendo que las políticas energéticas no sufrirán cambios drásticos en el futuro. Este resultado puede explicarse en parte porque, aunque se espera que casi 1,800 millones de personas se sumen a las áreas urbanas de las economías en desarrollo para finales de 2050, el cambio tecnológico en la eficiencia de la producción y el consumo de energía reducirán la demanda esperada inicialmente.

Además, dado el juego dinámico y la simulación por MonteCarlo, se espera que tanto el consumo como la producción de energía provengan de economías en desarrollo, con China e India a la cabeza. Recordemos que, a principios del siglo XXI, Europa y América del Norte representaban más del 40% de la demanda mundial de energía y las economías en desarrollo de Asia alrededor del 20%.

Para la segunda mitad del siglo XXI, esta situación se revertirá por completo, ya que se espera que Asia represente la mitad del crecimiento mundial de gas natural, el 60% del aumento de la energía eólica y solar fotovoltaica, más del 80% del crecimiento del petróleo y más de 100% del carbón y la energía nuclear. Las expectativas de la Agencia Internacional de Energía coinciden cualitativamente con lo que muestra el modelo de programación dinámica para los países asiáticos para 2050 y en adelante. Es decir, el peso de las energías alternativas en la producción energética global desplazará paulatinamente al petróleo como actor principal, por lo que su relación con el crecimiento económico será cada vez menor.

Sin embargo, eso no significa que nos olvidemos del petróleo. Este recurso seguirá siendo una fuente de energía relevante para el mundo, pues se empleará como un insumo para la generación de electricidad, plástico y otros derivados petroquímicos imprescindibles para el mundo moderno por muchos años más, sobre todo en los países más pobres. Los flujos comerciales internacionales de energía apuntan cada vez más a Oriente Medio, Rusia, Canadá, Brasil y Estados Unidos, donde el comercio de petróleo y gas prevalecerán también por unos lustros más allá de 2050, según cifras de 2022 de la Agencia Internacional de Energía y el Banco Mundial.

En este contexto, la electricidad será el actor clave, ya que su participación en el consumo mundial se acerca al 20% y se espera que aumente aún más. Las políticas de apoyo y las reducciones de costos tecnológicos han aumentado el uso de fuentes de energía renovables, colocando al sector eléctrico a la vanguardia en la reducción de emisiones. En este sentido, se espera que la creciente demanda de electricidad en los países emergentes sea satisfecha mediante portafolios energéticos, donde el petróleo es un factor relevante pero no determinante.

Además, energías alternativas como la solar ocuparán posiciones relevantes en el suministro mundial de energía, contribuyendo a reducir progresivamente la relación entre la producción de petróleo y el crecimiento económico.

* El contenido de este artículo se basa en un capítulo de nuestra autoría sobre el crecimiento económico y la producción de petróleo en los países emergentes hacia el año 2050, incluido en el libro Data Analytics Applications in Emerging Markets (Springer 2022).

Los autores son egresados de EGADE Business School y profesores-investigadores de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Anáhuac México.

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