Esta semana el Banco de México mantuvo la tasa objetivo en 8.25 por ciento, enviando la señal de que el costo del dinero se mantendrá a niveles relativamente altos con respecto a años anteriores, lo que tiene un impacto en las empresas con altos niveles de endeudamiento.
En marzo del 2013, la tasa del Banco Central en nuestro país se situaba en 4.0 por ciento, lo cual sostenía a la TIIE de 91 días (Tasa de Interés Interbancaria de Equilibrio, referencia para créditos) en niveles históricamente bajos, a razón del 4.35 por ciento, siendo un incentivo para que los corporativos usaran los créditos como una buena alternativa para financiar sus proyectos de inversión.
Sin embargo, debido a la decisión de la Reserva Federal de los Estados Unidos de iniciar el proceso de alza de tasas de interés, se empujaron las tasas a nivel internacional. En esa sintonía, en nuestro país la TIIE de 91 días se fue incrementando, hasta llegar a niveles del 8.5 por ciento, lo que ha significado un incremento en la carga financiera de las empresas.
Analizando los datos de las 107 empresas mexicanas listadas en la Bolsa Mexicana de Valores (excluyendo instituciones financieras y Fibras), del primer trimestre de 2013 al primer trimestre de 2019, el pasivo total creció a una tasa anual compuesta del 10.1 por ciento, pero no se vio reflejado en el crecimiento de sus activos, los cuales se incrementaron un 8.9 por ciento en promedio anual y el capital solo creció a una tasa del 6.4 por ciento. A partir de estas cifras, la estructura financiera indica que los pasivos pasaron de representar un 52 por ciento de los activos en el año 2013 a un 56 por ciento en el año 2019.
Es claro que en la medida que una empresa tenga un mayor nivel de deuda tendrá mayor presión por generar flujos de efectivo. Para el caso de las empresas mexicanas analizadas, en el periodo de tiempo mencionado, podemos decir que el flujo operativo (EBITDA, por sus siglas en inglés) creció en forma anual compuesta un 7.4 por ciento, mientras que sus gastos financieros lo hicieron a una tasa del 13.2 por ciento, en promedio al año.
Las empresas que muestran un mayor nivel de endeudamiento son las del sector de la aviación, entretenimiento, telecomunicaciones, consumo discrecional, minería y construcción. De esta muestra, 33 compañías tienen pasivos que representan más del 70 por ciento de los activos, de las cuales 15 reportan que más de 80 por ciento de sus activos lo deben a sus acreedores y 6 tienen una situación delicada, al superar sus pasivos el 90% por ciento de sus activos, por lo que estas compañías verán afectada su utilidad neta por la alta carga de gastos por intereses, además de un efecto incierto en el resultado cambiario si se deterioran las condiciones económicas del país.
Los altos niveles de endeudamiento son un factor de presión para los directores de finanzas, quienes deben generar crecimiento en ventas, eficiencias en costos y optimización de capital de trabajo, con la finalidad de generar mayores flujos de efectivo y cumplir con el pago de intereses a sus acreedores.
Las cosas se complican aún más con el entorno de bajo crecimiento económico, tanto a nivel nacional como internacional que estamos viviendo, por lo que las compañías se anticipan en la toma de decisiones y muchas veces optan por frenar el ritmo de inversiones y recortar personal, como medidas preventivas ante el entorno de incertidumbre. El INEGI reportó una caída en personal ocupado en el sector manufacturero del 0.3 por ciento en abril, que se suma a una disminución en marzo de la Inversión Fija Bruta del 3% (en términos reales) con respecto al mes anterior y una caída del 5.9 por ciento con respecto al mismo mes del año pasado. De igual forma, la producción industrial disminuyó en abril un 2.9 por ciento. Adicionalmente, el viernes de la semana pasada el Banco de México reportó que el crédito comercial mostró el segundo mes consecutivo con una desaceleración, al crecer un 4.8 por ciento con respecto al mismo mes del año anterior.
Se siguen sumando señales de una desaceleración en la economía, lo que implica retos importantes para las organizaciones, que aunado a un gobierno que está dando señales inciertas y contradictorias, en forma recurrente, complica más el panorama para que se dé una baja en las tasas de interés en nuestro país y baje la presión financiera de las empresas.
Publicado originalmente en El Financiero.