Innumerables innovaciones tecnológicas con altas expectativas de éxito han fallado. La Newton de Apple (1995), la Betamax de Sony en (1975), la nueva Coke de Coca Cola (1985); o innovaciones sociopoliticas fallidas como el impacto de las redes sociales en la Primavera Árabe del 2010-11 que, finalmente, no produjeron cambios estructurales importantes, son solo algunos casos.
Según D. Acemoglu, (¿Por qué las Naciones Fallan?, 2012), la innovación tecnológica crea un desbalance social si ésta no se ha diseñado teniendo en cuenta el impacto que a largo plazo puede causar. Como la aplicación de Uber, que en varias ciudades Europeas ya ha salido de circulación.
C. Christensen, en su último libro The Prosperity Paradox, 2019, menciona que la innovación basada en la eficiencia, es también un ejercicio, a la larga fallido. Según el autor, el problema de la baja competitividad de México es que se ha centrado en una innovación de la eficiencia, en donde se innova para que las empresas produzcan más con menos, lo cual a la larga no crea flujos suficientes para invertir en un desarrollo social adecuado, y menos para una recuperación ambiental efectiva.
Y presenta su nueva propuesta de "innovación para la creación de mercados (MCI)", nuevo término, para un concepto muy trillado, centrado en los mercados. Ésta es una propuesta que queda muy corta para esta época, en donde la recuperación del medio ambiente y la reducción de la brecha social son tan importantes como crecer económicamente.
Christensen y sus colegas definen el término de MCI como la transformación de productos complejos y exclusivos en productos sencillos y accesibles a un gran nuevo segmento de personas, de una sociedad a la que ha llamado la de los "noconsumidores". El iPhone original fue una MCI, abrió nuevas ofertas, nuevas startups que fabricaron aplicaciones, dispositivos y accesorios; a diferencia del iPhone X que es una innovación sostenida.
Sin embargo, esta propuesta continúa categorizando al mercado como el motor de crecimiento de las economías convencionales, con un tinte democrático al generar startups de alto valor creando, según él, más empleos locales y más riqueza económica que antes no existía.
La MCI es un enfoque razonable para una sociedad capitalista bien aceitada, pero la pretensión de crear prosperidad para regiones pobres y dejar que el mismo mercado adecue las condiciones para hacer que los excedentes se empleen en hospitales, escuelas, obra de beneficio público, y así tratar de impactar en la calidad de vida de los habitantes;- es utópico para economías en desarrollo.
Es simplemente extender la mano invisible del mercado.
Por esto, la verdadera pregunta que debemos hacer es: ¿está la innovación creando mercados democráticos, sustentables y durables? Porque el hecho de producir más productos que cubren necesidades, muchas veces superfluas, quizás contribuya en la mejora de la economía de algún país industrializado, pero a costa del uso de más y más escasos recursos naturales. Así se genera más desperdicio, residuos, basura y productos obsoletos, que causan a la larga un gran daño ambiental, y un aumento de la brecha social, debido al aumento de la deuda personal y pública, generando un malestar en la calidad de vida de toda la sociedad.
Por esto, la innovación debe de ser consciente del impacto que causa en su entorno y desarrollarse bajo condiciones propias de las regiones en donde se produce y se aplica, como un saludable estado de derecho; justicia equitativa; confianza en las instituciones; transparencia; privacidad; pero ante todo debe de ser liderada por un campeón con un propósito: el desarrollo social y la recuperación del medio ambiente, ya que si esto se procura, las utilidades económicas vienen añadidas, como lo plantea R. Sisodia en su obra del Capitalismo Consciente.
No hay fórmula perfecta. Para que una innovación tenga alta probabilidad de ser exitosa, debe de estar alineada al contexto social y al ambiental, para generar una prosperidad sustentable. Crear nuevos mercados no es suficiente ni apropiado, si la sociedad no los acoge para su beneficio.
Publicado originalmente en El Financiero.