El gran reto de la innovación

Las actuales estructuras organizacionales quieren crecer sin limites y desarticuladamente, en un planeta en el que todos sus recursos son finitos

Históricamente se ha registrado que las grandes pandemias vienen como respuesta a cierto desequilibrio económico, social o ambiental, que se ha salido de control y que hace a los individuos, a las industrias y a las ciudades, vulnerables a sus complejas e inciertas consecuencias.

En agosto pasado, Bill Gates, en una teleconferencia en el Tecnológico de Monterrey, describió que en este tipo de desastres se hace más notable la desigualdad socioeconómica de los países. Mencionó, como estrategia, que era necesario innovar, usar las tecnologías apropiadas, mantener una democracia participativa y darle prioridad a la educación.

Bajo estas premisas, los países que no se han preparado para superar los descalabros económicos, sociales y ambientales antes del COVID-19, que han dependido su fuerza laboral principalmente de sectores extractivos, y con gobiernos que carecen de fondos para estimular la economía a gran escala, difícilmente podrán superar la desigualdad y el decrecimiento económico post-pandemia, y la brecha entre países ricos y pobres será más notoria y, por lo tanto, será mucho más difícil la recuperación, para todos.

¿Qué modelo de innovación adoptar, cuando “globalmente” todos seremos afectados?

La innovación y la prosperidad en una región son el producto de la libertad de pensar y actuar, de un mercado oportuno y atractivo, y especialmente dependen de la adaptación y la flexibilidad con que los gobiernos crean las condiciones para que la innovación y el emprendimiento sean efectivos.

Es imposible que un país centralizado y autocrático pueda generar las externalidades que se necesitan para apalancar innovaciones de gran impacto, aunque China es la excepción. Las directrices que ha tomado la cúpula del gobierno, tienen un propósito común para todos, sin ambigüedades, ni discrepancias, y la producción esta en manos de una protegida enorme base de MiPyMEs. (Matt Ridley)

Un país democrático como los EEUU, aunque altamente conservador, ha permitido la libre empresa, fomentado el financiamiento de riesgo, impulsado al emprendimiento, la expansión de los mercados, pero ha promovido el consumismo en forma exacerbada.

India, por otro lado, se ha concentrado en crear un “sistema” educativo muy competente y diverso, enfocado en industrias basadas en conocimiento como las TICs, que han exportado sus servicios de alto valor, exitosamente a todos los continentes.

Cabe mencionar que el “sistema” de la Unión Europea, ha sido el más grande experimento de integración social, política, cultural y económica que se conoce, y el mejor informado del mundo (J. Rifkin, Sueño Europeo). Sistema con un conjunto de normas de confianza, ética, y conducta universal, que mantienen a los países unidos, que tratan de generar, inclusión, consenso, armonía y una red de interrelaciones de gran valor para la mayoría.

La innovación y la adaptación de la humanidad presenta una ventana de oportunidad compleja, pero con esperanza, según K. Schwab, fundador del WEF: “Esta época nos hará repensar, reimaginar y reiniciar -reset- nuestro mundo”.

Efectivamente, necesitamos un “Gran reset” (R. Florida) similar al que ocurrió en los años 1930 en los EE. UU., que fue la década más innovadora y progresista del siglo XX. El reto es enorme, pues las actuales estructuras organizacionales quieren crecer sin limites y desarticuladamente, en un planeta en el que todos sus recursos son finitos.

Si todos quieren crecer en la era post-Covid, hay que desacoplar el crecimiento económico de la problemática social actual, del nuevo comportamiento del consumidor, del daño y consumo de recursos, de las políticas electorales; hay que crear y articular flujos, feedbacks y “sistemas”, centrados en la generación de una riqueza prospera y sostenible para todos los stakeholders del pais.

En la post-pandemia, se romperán todos los paradigmas y vendrán nuevos “sistemas” y habrá que adaptarse a ellos con un pensamiento sistémico, inclusivo, flexible y con un propósito común. Será un gran reto para los innovadores, las instituciones y para el ciudadano común, pues nuestras estructuras no han sido diseñadas para esto.

Artículo originalmente publicado en El Financiero.

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