¿Es la orden medioambiental de Trump una oportunidad para Canadá y México?
La orden ejecutiva firmada por Trump para revertir las políticas climáticas de Obama puede tentar a México y Canadá a abandonar sus esfuerzos climáticos y medioambientales para seguir siendo "competitivos". Pero si EUA renuncia al liderazgo climático, Canadá y México deben tomar la batuta y convertirse en los nuevos líderes norteamericanos.
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El pasado 27 de marzo, el presidente Trump firmó una orden ejecutiva para "promover la independencia energética y el crecimiento económico", a fin de revertir las principales políticas climáticas de la era Obama. Concretamente, se anulan los límites de emisiones para las centrales eléctricas (el llamado “Clean Power Plan”) y los límites a las fugas de metano, se establece una moratoria al arrendamiento federal de carbón y se descarta el uso del costo social del carbono como guía de las acciones gubernamentales. Lo que la orden no dice es si Estados Unidos permanecerá o se retirará del acuerdo climático de París, dando a entender que este punto sigue en el aire. Como segundo país más contaminante del planeta, detrás de China, EUA juega un papel primordial en el cumplimiento de la meta acordada en París de mantener el calentamiento global por debajo de los 2 grados centígrados respecto a niveles preindustriales.

Esta orden, sin embargo, no llega por sorpresa, ya que la derogación de las regulaciones climáticas y la vía libre a los combustibles fósiles fueron promesas de campaña de Trump. Como ocurrió con órdenes ejecutivas previas, esta orden será contestada por un gran número de grupos.

Y bien, ¿por qué debemos preocuparnos? Primero, porque la orden aumenta la incertidumbre. Las inversiones en energías limpias en EUA podrían verse afectadas. Mientras que Europa y China continúan invirtiendo en tecnologías de energías limpias y alternativas para responder a la amenaza del cambio climático, esta orden sin duda reducirá la capacidad de EUA de fomentar la innovación en este tipo de tecnologías e industrias, socavando su competitividad y su capacidad para transitar hacia una economía baja en carbono. Siendo EUA una potencia en innovación, la pérdida para la sociedad en su conjunto será enorme.

En segundo lugar, esta orden puede tentar a México y Canadá a abandonar sus esfuerzos climáticos y medioambientales para seguir siendo "competitivos". En Canadá, por ejemplo, el partido de la oposición ya ha pedido al primer ministro Trudeau que renuncie a su propuesta de fijar un precio a las emisiones de carbono en respuesta a la orden ejecutiva estadounidense. Es cierto que el contexto internacional importa, pero ¿realmente queremos seguir el mismo camino que EUA? Las comunidades científica y académica llevan dos décadas investigando el cambio climático y han demostrado, no solo que es real, sino que va a empeorar y costará tanto vidas humanas como miles de millones de dólares en pérdidas materiales si no se toman medidas.

Los buenos líderes empresariales y gubernamentales toman en cuenta los hechos y hacen proyecciones para el día de mañana. Sus decisiones estratégicas y políticas se basan en cómo creen que será el futuro. El agotamiento de las reservas de carbón, petróleo y gas es un riesgo tan real como el riesgo financiero que muchos inversores consideran cuando deciden dónde poner su dinero1. Los países dependientes de combustibles fósiles deben tomar este riesgo muy en serio, ya que su competitividad a largo plazo dependerá de cómo transiten hacia una economía baja en carbono.

Tanto Canadá como México poseen considerables recursos naturales para desarrollar energías limpias. Canadá tiene un inmenso potencial en renovables como la eólica, solar, mareomotriz, geotérmica e hidroeléctrica2, mientras que México tiene un enorme potencial eólico3 y solar4. Si EUA renuncia al liderazgo climático, Canadá y México deben tomar la batuta y convertirse en los nuevos líderes norteamericanos. Se está construyendo una industria de nuevo cuño alrededor de las renovables (como, por ejemplo, el coche eléctrico) y es primordial que los dos países participemos en su desarrollo para que nuestros ciudadanos y negocios estén mejor preparados para una economía baja en carbono.

El cambio climático es un problema global que hemos de enfrentar como equipo: cuando un jugador (país) flaquea, los demás deben dar un paso adelante para que todos avancen. El cambio climático es una realidad económica de largo plazo que no pueden eludir ni gobiernos ni empresas: todos compartimos un planeta y el planeta debe ser protegido. El cambio climático no solo es un problema de seguridad energética, también es un problema nacional y de seguridad alimentaria. Es necesaria la cooperación a todos los niveles, desde los gobiernos (federal, estatal, local), la industria, las organizaciones no gubernamentales, los pueblos indígenas y la sociedad civil, para pasar de un estado de reacción y defensa a uno de proactividad y adaptabilidad. No dejemos que esta orden detenga nuestro progreso.

Es entre aquellas naciones que dicen ser las más civilizadas, las que afirman que son guiadas por el conocimiento de las leyes de la naturaleza, las que más se vanaglorian
del avance de la ciencia, que encontramos la mayor apatía, la mayor imprudencia, al volver continuamente impura esta necesidad tan importante de la vida...

Alfred Russel Wallace,
Man’s Place in the Universe, 1903

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¿Es la orden medioambiental de Trump una oportunidad para Canadá y México?
La orden ejecutiva firmada por Trump para revertir las políticas climáticas de Obama puede tentar a México y Canadá a abandonar sus esfuerzos climáticos y medioambientales para seguir siendo "competitivos". Pero si EUA renuncia al liderazgo climático, Canadá y México deben tomar la batuta y convertirse en los nuevos líderes norteamericanos.
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El pasado 27 de marzo, el presidente Trump firmó una orden ejecutiva para "promover la independencia energética y el crecimiento económico", a fin de revertir las principales políticas climáticas de la era Obama. Concretamente, se anulan los límites de emisiones para las centrales eléctricas (el llamado “Clean Power Plan”) y los límites a las fugas de metano, se establece una moratoria al arrendamiento federal de carbón y se descarta el uso del costo social del carbono como guía de las acciones gubernamentales. Lo que la orden no dice es si Estados Unidos permanecerá o se retirará del acuerdo climático de París, dando a entender que este punto sigue en el aire. Como segundo país más contaminante del planeta, detrás de China, EUA juega un papel primordial en el cumplimiento de la meta acordada en París de mantener el calentamiento global por debajo de los 2 grados centígrados respecto a niveles preindustriales.

Esta orden, sin embargo, no llega por sorpresa, ya que la derogación de las regulaciones climáticas y la vía libre a los combustibles fósiles fueron promesas de campaña de Trump. Como ocurrió con órdenes ejecutivas previas, esta orden será contestada por un gran número de grupos.

Y bien, ¿por qué debemos preocuparnos? Primero, porque la orden aumenta la incertidumbre. Las inversiones en energías limpias en EUA podrían verse afectadas. Mientras que Europa y China continúan invirtiendo en tecnologías de energías limpias y alternativas para responder a la amenaza del cambio climático, esta orden sin duda reducirá la capacidad de EUA de fomentar la innovación en este tipo de tecnologías e industrias, socavando su competitividad y su capacidad para transitar hacia una economía baja en carbono. Siendo EUA una potencia en innovación, la pérdida para la sociedad en su conjunto será enorme.

En segundo lugar, esta orden puede tentar a México y Canadá a abandonar sus esfuerzos climáticos y medioambientales para seguir siendo "competitivos". En Canadá, por ejemplo, el partido de la oposición ya ha pedido al primer ministro Trudeau que renuncie a su propuesta de fijar un precio a las emisiones de carbono en respuesta a la orden ejecutiva estadounidense. Es cierto que el contexto internacional importa, pero ¿realmente queremos seguir el mismo camino que EUA? Las comunidades científica y académica llevan dos décadas investigando el cambio climático y han demostrado, no solo que es real, sino que va a empeorar y costará tanto vidas humanas como miles de millones de dólares en pérdidas materiales si no se toman medidas.

Los buenos líderes empresariales y gubernamentales toman en cuenta los hechos y hacen proyecciones para el día de mañana. Sus decisiones estratégicas y políticas se basan en cómo creen que será el futuro. El agotamiento de las reservas de carbón, petróleo y gas es un riesgo tan real como el riesgo financiero que muchos inversores consideran cuando deciden dónde poner su dinero1. Los países dependientes de combustibles fósiles deben tomar este riesgo muy en serio, ya que su competitividad a largo plazo dependerá de cómo transiten hacia una economía baja en carbono.

Tanto Canadá como México poseen considerables recursos naturales para desarrollar energías limpias. Canadá tiene un inmenso potencial en renovables como la eólica, solar, mareomotriz, geotérmica e hidroeléctrica2, mientras que México tiene un enorme potencial eólico3 y solar4. Si EUA renuncia al liderazgo climático, Canadá y México deben tomar la batuta y convertirse en los nuevos líderes norteamericanos. Se está construyendo una industria de nuevo cuño alrededor de las renovables (como, por ejemplo, el coche eléctrico) y es primordial que los dos países participemos en su desarrollo para que nuestros ciudadanos y negocios estén mejor preparados para una economía baja en carbono.

El cambio climático es un problema global que hemos de enfrentar como equipo: cuando un jugador (país) flaquea, los demás deben dar un paso adelante para que todos avancen. El cambio climático es una realidad económica de largo plazo que no pueden eludir ni gobiernos ni empresas: todos compartimos un planeta y el planeta debe ser protegido. El cambio climático no solo es un problema de seguridad energética, también es un problema nacional y de seguridad alimentaria. Es necesaria la cooperación a todos los niveles, desde los gobiernos (federal, estatal, local), la industria, las organizaciones no gubernamentales, los pueblos indígenas y la sociedad civil, para pasar de un estado de reacción y defensa a uno de proactividad y adaptabilidad. No dejemos que esta orden detenga nuestro progreso.

Es entre aquellas naciones que dicen ser las más civilizadas, las que afirman que son guiadas por el conocimiento de las leyes de la naturaleza, las que más se vanaglorian
del avance de la ciencia, que encontramos la mayor apatía, la mayor imprudencia, al volver continuamente impura esta necesidad tan importante de la vida...

Alfred Russel Wallace,
Man’s Place in the Universe, 1903

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