Ha llegado el momento de prepararnos para las elecciones más grandes de la historia de México, frase tomada tal como se anuncia en los medios de comunicación masiva. Para quienes aún dedican tiempo a ver los canales de televisión abierta -cada vez más en desuso debido a las redes sociales y los servicios de streaming-, comienzan a reproducirse los comerciales de partidos políticos, unos a favor y otros en contra del partido en el poder.
Pero no vine a hablarles de política. Mi abuela decía que nadie debería discutir sobre política, religión ni futbol. Quizá porque son temas muy cargados de emociones y a veces, dejando de lado el raciocinio, se toma la decisión de serle fiel, hasta incondicional, a tal o cual partido político, dogma o creencia religiosa, o club de futbol, respectivamente.
De lo que sí quiero escribir es del papel fundamental que las finanzas deberían jugar al momento de tomar preferencia por algún candidato o candidata a ocupar puestos de elección popular. Con frecuencia, al ver los argumentos que esgrimen los comerciales televisivos, me surge la pregunta: ¿Quién los asesora financieramente? Porque basta ocupar algunos sencillos cálculos aritméticos para darnos cuenta de que sus propuestas son, simplemente, imposibles. Los temas de finanzas públicas son desconocidos para muchos, pero en esencia, funcionan igual que las finanzas en un hogar. Sin pretender ser simplista, comparemos algunas decisiones financieras a la luz de esta analogía.
A todos los que acuden a comprar la despensa, les ha ocurrido encontrarse con la sorpresa de que han subido los precios de algún producto de su preferencia. Pero ¿por qué siguen subiendo?, ¿es por capricho de quien los vende? Detrás de lo que vemos en un mostrador, hay muchos factores en la cadena de suministros. Por ejemplo, los precios suben por efecto del mercado, lo que se conoce como oferta y demanda. A mayor demanda de algún bien, el mercado sube los precios para regular su escasez, de tal manera que no se vuelva insuficiente. Igualmente suben de precio cuando alguno de sus insumos se encarece. El pan sube cuando la harina sube. La tortilla sube cuando el maíz sube. Los cereales suben cuando el trigo lo hace. Pero ¿por qué siguen subiendo las materias primas básicas como el maíz y el trigo? Por una parte, porque hay escasez en el mundo. No hay suficiente maíz y trigo para que todos comamos, por lo que, a la luz de la ley de la demanda, su precio sube. Por si fuera poco, parte de estos insumos, que consumimos en México, son traídos de otros países, ya que no tenemos la capacidad de producir todo lo que consumimos. Al venir de otros países, su precio se establece en dólares. Como nuestro peso se ha debilitado en los últimos sexenios, requerimos más pesos para adquirir las mercancías importadas en moneda extranjera.
Bueno y, ¿para qué nos interesa conocer todo ese proceso cuando hablamos de los emprendedores políticos? Sencillamente porque ese conocimiento nos permitirá analizar las propuestas de los candidatos bajo la lupa financiera.
Si alguien promete bajar el precio de las tortillas, del gas, de la luz, de la gasolina, o de cualquier otro bien, lo que tendríamos que vislumbrar es su estrategia financiera para lograrlo.
Todos quisiéramos que nos redujeran los precios, pero esto no puede lograrse sin “arreglar” la cadena de suministro explicada anteriormente.
Por ejemplo, reducir el precio de las tortillas no es algo que pueda hacerse por decreto, por orden suprema, porque se me ocurrió que con eso atraeré votantes. Es algo bastante complejo que requeriría: (1) reducir la importación de maíz a través de la generación de zonas productivas eficaces, dedicadas al maíz, para que nuestra nación produzca lo que consume; (2) aumentar la oferta de maíz hasta que su precio se reduzca, esto es, producir más maíz del que vamos a consumir en todo el país, que no haya escasez; (3) las tortillerías funcionan con gas, por lo que es necesario mantenerlo a buen precio, igualmente produciéndolo en el país a precios competitivos; (4) la harina de maíz llega a las tortillerías en algún auto transporte que usa gasolina, por lo que se requiere sostener una estrategia de consumibles de bajo costo, quizá reduciendo los impuestos que se nos cobran cada vez que cargamos gasolina -IEPS e IVA-, o quizá produciendo más gasolinas en el país (lo que requiere plantas de refinación muy costosas que además tardan años en construirse); (5) las máquinas tortilladoras exigen energía eléctrica, por lo que sería necesario garantizar el suministro de electricidad a precios bajos, lo que necesitaría plantas eléctricas de nueva generación, con energías renovables, y todo lo que eso conlleva.
Como verás, estimado lector, detrás de una promesa de campaña que se expresa elocuentemente, hay toda una estrategia administrativa y financiera. Mi invitación es a que cuestiones a tus candidatos sobre sus estrategias. Que gane el mejor. Que se gane tu voto aquel que venga con una propuesta real, una propuesta estudiada, congruente; sobre todo: posible.
Párrafos arriba, escribí que las finanzas del gobierno funcionan muy parecidas a las de casa. Imagina que tu sueldo es de $4,000 pesos quincenales. Llegas a tu hogar un día de quincena, con los $4,000 pesos en la bolsa, que tú sabes serán destinados a pagar la luz, el agua, la renta, el internet y la comida. Sabes que te van a sobrar solo $300 pesos. Pero entonces, de la nada, ves a tus dos hijos correr felices a tus brazos diciendo que eres el mejor papá o la mejor mamá del mundo. Mientras te sientes emocionado por oír esa frase, se te hace fácil prometer: la próxima quincena les voy a regalar $5,000 pesos a cada uno para que se compren lo que quieran. ¡Eeeeh!, ¡viva mi papi!, ¡viva mi mami!, los escuchas gritar emocionados. Uno de ellos sale corriendo a contarle a su amiguito de la cuadra lo que le has prometido. El otro corre a llamar a la abuelita para decírselo pero, de pronto, se detiene en seco, voltea y te pregunta: ¿pero de dónde vas a darnos $5,000 pesos a cada uno?, ¡serían $10,000 pesos y tú solo ganas $4,000! Visiblemente molesto y decepcionado, se da la vuelta para castigarte con su desprecio.
De la misma manera que no jugarías así con tu familia, te invito a reflexionar en los números detrás de las promesas de campaña de tu candidato o candidata favoritos, para que no sean ellos quienes jueguen con tu voto.
Luis Camacho
Profesor de Cátedra del Departamento de Contabilidad y Finanzas. Correo: luiscamacho@tec.mx. Columna publicada originalmente en el Diario Noticias de Querétaro. 2020.