Aunque el dinero no es la felicidad, sí que es útil para vivir, así que es muy importante que vigiles y controles el uso que le das.

Para que puedas hacer un mejor uso de tu dinero, lo primero que tienes que hacer es saber, con certeza, cuánto dinero recibes (ingreso) y cuánto dinero te gastas en un periodo de tiempo, pongamos un mes como referencia, pero lo puedes hacer por el periodo que gustes (semanal, bimestral, trimestral, etcétera).

Tan solo con este primer ejercicio, es muy probable que te asustes; te va a sorprender mucho darte cuenta de que, en un mes, gastas más de lo recibes. ¿Cómo es esto posible? La respuesta está en los préstamos a los que recurres, ya sea con la familia, las amistades o el banco. Hay que tener mucho cuidado con los préstamos que pedimos, debemos tener la seguridad de que, con los ingresos que tenemos, podemos pagarlos.

Si ese no es tu caso y tus ingresos son iguales o menores a tus gastos, no cantes victoria, seguramente todavía puedes usar tu dinero de mejor manera: puedes dejar de gastar en cosas que no son tan importantes y dedicar ese dinero al ahorro, por ejemplo.

El segundo paso es desmenuzar los gastos, debes identificar cuánto gastas en cada rubro; es decir, cuánto gastas en el súper, transporte, vivienda, vestido y calzado, comidas en la calle, diversión, médico y medicinas, antojos, idas a la tiendita, etcétera.

Este segundo ejercicio es muy revelador y seguramente te vas a sorprender de nuevo: ¿Tanto dinero me gasto en esto? Vas a darte cuenta de que te estás gastando mucho dinero en antojos o en cosas que no tienen tanta importancia para ti; es impresionante la cantidad de dinero que se nos va en cosas pequeñas como el cafecito, los chicles, la paleta, las galletas…

Hasta ahora, has hecho dos ejercicios que te sirven para “darte cuenta” de cómo usas tu dinero. Pero ¿es realmente la forma en la que quieres gastarlo?, ¿hay algo que quieras modificar?, ¿qué te gustaría hacer diferente?

Seguramente ya tuviste algunas ideas de qué quieres cambiar mientras reconocías en qué te gastas el dinero. Para que puedas hacer un cambio en la forma en la que gastas tu dinero, es necesario que identifiques cuáles de los gastos que llevas a cabo son modificables y cuáles no (inamovibles). Por ejemplo, un gasto inamovible podría ser la renta. Tienes un contrato con tu arrendador y ya se fijó el monto de la renta por un periodo de tiempo determinado, así que en ese periodo de tiempo no puedes cambiar la cantidad que pagas de renta. Otros ejemplos podrían ser la colegiatura, el seguro médico y la hipoteca.

Por otro lado, hay gastos que sí puedes modificar, como el dinero empleado en el súper, en ropa y calzado, en antojos, en restaurantes, etcétera. Tú puedes decidir, por ejemplo, si comes en la calle cinco días a la semana o solamente dos. En estos gastos que sí puedes modificar es en los que debes poner atención para reorganizar la forma en la que gastas dinero en el corto plazo.

Una vez que has identificado los gastos que sí puedes modificar y los que no, es hora de decidir cuánto quieres invertir en cada uno de ellos; es decir, establece un límite de dinero para cada tipo de gasto. Por ejemplo, los antojitos son uno que sí puedes modificar; si antes te gastabas 600 pesos al mes en ese rubro, puedes decidir que ahora solo te quieres gastar 300 pesos al mes en antojitos. Debes poner este límite para cada rubro, el límite de los gastos inamovibles ya está definido, pero el límite de los gastos que sí puedes modificar, lo pones tú.

No olvides incluir el ahorro. Es importante que no ahorres “lo que te sobra”, sino que reflexiones y destines una cantidad específica para ahorrar; así como decides cuánto vas a gastar en diversión, también tienes que decidir cuánto dinero vas a ahorrar.

Seguramente esta serie de ejercicios ha sido muy reveladora, pero no sirve de mucho si no vigilas que se cumplan los límites de gasto que estableciste en cada rubro. Tienes que poner en práctica la disciplina y dar un seguimiento puntual a tus gastos, asegurándote de cumplir los límites que tú estableciste.