Los inversionistas cada vez más están recurriendo al uso del monitoreo de inversión socialmente responsable con el fin de decidir en cuáles empresas invertir, esto en base a los impactos sociales que generan las empresas. De acuerdo con el informe “US Sustainable, Responsible and Impact Investing Trends 2016”, hubo un incremento del 33% desde el 2014 en este tipo de inversiones. Este auge ha generado una variedad de sistemas y metodologías de rating, pero esta variedad ha puesto en cuestión la confiabilidad, comparabilidad y utilidad de los sistemas actuales tanto para los inversionistas, directivos e incluso investigadores.
Aunado a lo anterior, la medición del impacto social de las empresas ha representado un reto tanto para las mismas empresas como para otros stakeholders (grupos de interés) tales como accionistas, gobiernos, comunidad, etcétera. A pesar de algunos avances en materia del desempeño social empresarial, como por ejemplo los ratings de Kinder, Lydenberg y Domini (KLD), se necesitan nuevas formas de cuantificar el impacto que las empresas generan en su entorno, es decir, el impacto hacia las personas y el medioambiente.
Alternativas para medir el impacto social
Hasta la fecha, las empresas han medido sus impactos de varias maneras. Por ejemplo, una manera ha sido tomar en cuenta la percepción de las personas de escasos recursos que fueron beneficiadas por algún emprendimiento social (producto o servicio). Otra manera, es medir el impacto de un programa social en base a los resultados obtenidos por un grupo de individuos que recibieron el apoyo de dicho programa, en comparación con otro grupo de individuos que no recibieron dicho apoyo. Esta última opción considera métricas creadas por la misma empresa que desarrolló y ejecutó el programa social.
Sin embrago, es necesario encontrar alternativas que permitan cuantificar el impacto social de una empresa sin requerir información proporcionada por las mismas empresas ni la opinión de las personas. Lo anterior se refiere a que las personas pueden estar condicionadas a brindar información que favorezcan a las empresas. Además, los reportes que elaboran las empresas pueden ajustarse con el fin de cumplir con las expectativas o requerimientos de terceros. Una alternativa es emplear una perspectiva geográfica con datos públicos a través del tiempo.
Por qué usar una perspectiva geográfica
Como parte de mi investigación doctoral, aplico una perspectiva geográfica empleando datos espaciales. Lo anterior es posible por medio del apoyo del Consorcio Puentes que me brinda una estancia académica en Rice University, con la finalidad de recolectar y analizar los datos espaciales.
Para determinar el impacto que puede generar en su entorno una planta-fábrica, ya sea positivo o negativo, se requiere disponer de datos públicos como indicadores respecto a componentes de impacto social tales como salud, crimen, precios de bienes raíces, etcétera. Dicha información debe estar georeferenciada, o bien, disponible a un nivel geográfico de análisis como puede ser colonia, zona de código postal o área geoestadística básica (AGEB). También es importante que esté disponible a través del tiempo, con el fin de identificar si el impacto ha sido positivo o negativo.
Aunque se pueden realizar análisis de manera individual respecto a componentes de impacto social como los que acabo de mencionar, la creación de un índice por planta-fábrica permite obtener una cuantificación más amplia acerca del impacto que está generando en sus zonas aledañas. En otras palabras, con un índice global se puede comparar el tipo (positivo o negativo) y magnitud del impacto que una planta-fábrica ha producido durante un determinado periodo de tiempo.
Los beneficios no terminan aquí
La creación de este índice no solamente es una alternativa a los ratings estándar del desempeño social empresarial, sino que también beneficia la inversión socialmente responsable, ya que contribuye a una toma de decisiones de inversión más informada, considerando el mejoramiento o deterioro de las áreas geográficas donde operan las plantas.
Desde un punto de vista de política pública, además de identificar las áreas geográficas que requieren aminorar problemas sociales, los gobiernos locales pueden ejercer presión para que determinadas plantas-fábricas reduzcan sus impactos negativos.
Por último, los directivos podrán apropiarse de este tipo de índice de impacto social con el fin de mejorarlo atendiendo a las demandas de stakeholders. El mejoramiento del índice permitirá a los directivos captar la atención y el apoyo de los inversionistas, fortalecer las relaciones con gobiernos locales y elevar la aceptación por parte de la población circundante al incidir en su bienestar