Con motivo del Día Internacional de la Mujer, se ha comentado ampliamente la inclusión de la mujer en la fuerza laboral y temas que van de la mano como son la brecha salarial, el balance de vida-trabajo y la participación de la mujer en posiciones directivas.
En este sentido, ha sido muy gratificante ver el avance en la tasa de mujeres directivas que publicó recientemente Grant Thornton. Basado en una muestra de 5,000 compañías a nivel global, el estudio refleja que la participación femenina en posiciones directivas ha pasado de 20% en 2011 a un 32% en 2022; un incremento importante en solo 11 años.
Este documento refleja que América Latina ya alcanza una cifra de 35%, superior a Europa, que se sitúa en un 33% y Asía-Pacífico, con la tasa más baja de un 30%. La evolución más lenta de la región de Asia se explica por una cultura más cerrada en el tema de la inclusión de la mujer en el mundo laboral.
El aumento en la proporción de mujeres fue en directoras generales, directoras financieras, directoras de operaciones y directoras de información. Este incremento supera la tasa del 30%, que se tiene como métrica para considerar que la participación de la mujer sea significativa en las organizaciones.
En el ámbito de las finanzas, el liderazgo femenino ha tomado fuerza por la irrupción de mujeres al frente de grandes compañías, como el banco Citi, donde Jane Fraser vino a romper paradigmas, convirtiéndose en la primera mujer en ser nombrada CEO en la institución financiera con mayor presencia global.
Al igual que muchas otras mujeres talentosas, la maternidad no fue un impedimento para destacar en el ámbito profesional. Con su ejemplo, seguramente se irá incrementando el acceso de las mujeres a posiciones de toma de decisiones y ellas mismas irán promoviendo políticas laborales más inclusivas.
Un factor importante que también está empujando este tema a nivel internacional es la presión de inversionistas, que a través de mayor exigencia por estándares ASG o ESG (por sus siglas en inglés), están dando más prioridad a vehículos financieros que reflejen mayor compromiso con el aspecto social.
Esto ha contribuido a que cada día se sumen más organizaciones en esta tendencia, reconociendo que la diversidad de pensamiento entre hombre y mujer crea empresas más sólidas, con mejor desempeño financiero y más empáticas con las necesidades del capital humano.
Sin embargo, cuando analizamos el caso de México, aunque se han estado visualizando más mujeres en posiciones relevantes, aún falta mucho por hacer. Por ejemplo, dentro de las 145 empresas mexicanas listadas en la Bolsa Mexicana de Valores, solo tenemos una mujer en el puesto de dirección general y ninguna cuenta con una mujer en la dirección de finanzas. De igual forma, mantenemos una muy baja participación de consejeras independientes en empresas públicas, lo cual nos indica que hace falta un mayor compromiso por parte de los entes reguladores y las empresas.
La autora es directora de la Maestría en Finanzas en EGADE Business School Monterrey.
Artículo publicado originalmente en Alto Nivel.